Por: Gilberto Solorza
A principios de este año se estrenó la película Cónclave, protagonizada por Ralph Fiennes en el papel del cardenal Thomas Lawrence, quien tiene la tarea de dirigir las elecciones para designar a la nueva máxima autoridad de la Iglesia Católica, tras el fallecimiento del Papa.
La película promete ser una fuerte candidata a premios internacionales. Sin embargo, ha dejado a más de uno con una pregunta importante: ¿cómo se elige a un nuevo Papa?
Primero, es necesario entender cuándo se lleva a cabo esta elección. Dado que el cargo de Papa es vitalicio, esto solo ocurre en dos casos: cuando el pontífice fallece o decide renunciar, algo que ha sucedido en contadas ocasiones. Las dos renuncias más recientes fueron en 2013 y 1415, cuando Benedicto XVI y Gregorio XII dejaron el puesto, respectivamente.
Tras la confirmación de la vacante, conocida como Sede Vacante, se designa a un cardenal camarlengo, encargado de administrar los bienes de la Iglesia y gestionar la Santa Sede durante este periodo, sin asumir el liderazgo religioso propiamente dicho.
En este contexto, se convoca al Colegio Cardenalicio, integrado por las figuras más destacadas de la Iglesia Católica en todo el mundo. Los cardenales se reúnen en un cónclave, un encierro en la Capilla Sixtina donde cada miembro emite su voto para elegir al candidato que considere más adecuado. Por cierto, la palabra «cónclave» proviene del latín cum clave («con llave»), aludiendo al aislamiento de los cardenales durante el proceso.
Durante el cónclave, está estrictamente prohibido que los cardenales mantengan contacto con el exterior, con el fin de garantizar que la elección sea libre de influencias externas.
Para que un candidato sea elegido Papa, no basta con una mayoría simple (el 50 % más uno); es necesario alcanzar una mayoría calificada, es decir, más de dos tercios de los votos. Esta exigencia puede prolongar el cónclave durante varios días.
Cada vez que una votación no resulta en la elección de un Papa, las papeletas se queman junto con una sustancia que genera humo negro. Este humo, visible desde una chimenea en la Capilla Sixtina, indica al público que el nuevo Papa aún no ha sido elegido.
Cuando finalmente un candidato logra los votos necesarios, se procede a ratificar el resultado. Luego, se le pregunta al elegido si acepta el cargo. Si lo hace, se le consulta el nombre papal que desea adoptar. Finalmente, las papeletas se queman de nuevo, pero esta vez generando humo blanco, señal de que el proceso ha concluido. Este ritual culmina con la famosa proclamación de Habemus Papam.