Por: Gilberto Solorza
Un nuevo concepto comienza a abrirse paso en el debate sobre inteligencia artificial: la deuda cognitiva. Se trata de una posible consecuencia del uso excesivo de herramientas como ChatGPT en la escritura y otras actividades mentales, según sugiere un reciente estudio del MIT Media Lab.


¿Qué es la deuda cognitiva?
La deuda cognitiva hace referencia al deterioro progresivo de funciones mentales esenciales —como la memoria, el pensamiento crítico y la autonomía intelectual— cuando estas son reemplazadas sistemáticamente por sistemas de inteligencia artificial. Aunque aún se encuentra en fase de investigación, el término apunta a un efecto acumulativo: a medida que delegamos más tareas cognitivas en la IA, disminuye nuestra capacidad de realizarlas por cuenta propia.
Durante cuatro meses, un equipo de investigadores del MIT evaluó a 54 estudiantes universitarios que debían realizar tareas de escritura tanto con la ayuda de ChatGPT como sin ella. Los resultados, aunque preliminares, son llamativos:
- Hasta 55% menos de conectividad neural en los usuarios frecuentes de ChatGPT, en comparación con quienes no utilizaron IA.
- El 83% de los usuarios no recordaban lo que habían escrito minutos después de terminar su ensayo con ayuda de la herramienta.
- Se identificó una reducción significativa en la actividad cerebral durante el uso del asistente, lo que sugiere un tipo de “atrofia inducida” por la automatización.
Según el estudio, este tipo de dependencia crea una especie de “pérdida de entrenamiento” mental, similar a lo que ocurre con los músculos que no se ejercitan.
Precaución y contexto
Cabe señalar que el estudio aún no ha sido revisado por pares —es decir, se encuentra en etapa de preprint— y que la muestra fue limitada, aunque compuesta por estudiantes de alto rendimiento académico. Por tanto, sus conclusiones deben tomarse con cautela.
La deuda cognitiva no es una metáfora financiera, sino un posible costo mental acumulativo que se paga por ceder funciones cognitivas básicas a una herramienta digital. No se trata de demonizar a la IA, ésta no tiene la culpa, sino de comprender que su uso indiscriminado podría tener efectos negativos en nuestra capacidad de pensar, recordar y crear.
¿Qué podemos hacer?
Los expertos proponen algunas estrategias para contrarrestar este fenómeno:
- Alternar el uso de IA con la práctica activa de escritura, análisis y reflexión sin asistencia digital.
- Ser conscientes de cuándo y por qué utilizamos estas herramientas.
- Promover un equilibrio entre el apoyo tecnológico y el ejercicio constante de nuestras capacidades mentales.
A medida que la inteligencia artificial se integra cada vez más en la vida cotidiana, la pregunta no es solo qué puede hacer por nosotros, sino qué nos estamos dejando de exigir a nosotros mismos. La deuda cognitiva es un recordatorio de que, para mantener una mente activa, no basta con pensar: también hay que hacerlo por cuenta propia.