Fortaleza
Por Eduardo Meraz
La reiterada expresión de fortaleza de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en los días previos a la marcha del 15N y posteriormente, parecen y se ven desproporcionados al número de participantes -según las cifras oficiales-, para reclamar seguridad, justicia y libertad, y queda la impresión de ser lo contrario.
Así, la idea de estar frente a imágenes de murallas imponentes, de castillos resistentes al paso del tiempo y de líderes cuyas capacidades físicas e intelectuales exhuman y proclaman seguridad frente a las tormentas, simplemente se desvanece, se diluye en medio de discursos y desplegados adhesivos.
La fortaleza, entonces, se percibe desproporcionada, como un traje demasiado grande para un cuerpo incapaz de llenarlo. Y en esa desproporción se instala la duda: ¿es fortaleza lo mostrado o es, más bien, la necesidad de aparentarla ante un público cada vez más escéptico? Sobre todo cuando este fin de semana, en Oaxaca y Veracruz, en eventos oficiales, fuimos testigos de cómo parte de los asistentes hicieron público su desacuerdo con algunas de las medidas emprendidas por el gobierno federal y encargados de concretar a los gobiernos estatales y municipales, sin por ello entregar buenas cuentas.
La inconformidad, aunque discreta, se convierte en símbolo de un desencanto que crece silenciosamente.
A ese telón de fondo se suma el anuncio del mega bloqueo de transportistas y campesinos para el lunes 24 de noviembre. Un gesto contundente, una expresión de hartazgo, sin necesidad de discursos ni cifras oficiales para hacerse notar.
Las carreteras cerradas, los caminos interrumpidos, son la metáfora más clara de una sociedad atrapada en la inoperancia de sus autoridades. Allí, la fortaleza proclamada se desvanece frente a la realidad de un país demandante de seguridad, justicia y libertad, y que no encuentra respuestas en programas ni acciones concretas.
Luego de siete años de excusas, pretextos -culpando a gobiernos anteriores-, fallas, yerros, estafas, mañas y demás prácticas ilícitas inherentes a casi todos los gobiernos mexicanos, pero llevados a un nivel superlativo por el cuatroteísmo, la sociedad ya no está dispuesta a esperar eternamente, sobre todo cuando ve cómo sus esfuerzos son vanos.
El cuatroteísmo, también ha perfeccionado la justificación en un arte y la evasión en política de Estado. Pero la sociedad mexicana, cansada de esperar, comienza a mirar con desconfianza y la paciencia se agota cuando los esfuerzos ciudadanos, el trabajo diario se estrella contra un muro de ineficiencia.
Asimismo, los llamados a diputados, senadores y gobernadores de Morena a Palacio Nacional, después de haberse exhibido como los abajo firmantes de desplegados de apoyo a la presidenta Sheinbaum, para darles instrucciones sobre las acciones futuras.
La escena recuerda a los viejos rituales de obediencia, donde los líderes locales se alinean con la voz central, aunque en privado expresen sus quejas. Según trascendió, algunos gobernadores protestaron tímidamente por la falta de recursos para atender emergencias, pues sólo son espectadores de cómo la “aspiradora” de las oficinas centrales succiona las arcas estatales y municipales dejándolas vacías, mientras el poder se concentra en un solo punto.
Pero la historia no termina ahí. Los propios liderazgos morenistas, conscientes del desgaste del movimiento, pidieron a la presidenta que les otorgara “capacidad de ge$tión” —con ese signo de pesos que revela más de lo que oculta— para cumplir con la tarea de visitar casa por casa, colonia por colonia, y reagrupar a un movimiento que se ha desbalagado.
El concepto es preciso, pues describe al rebaño que se dispersa; desencantado de sus pastores, el movimiento enfrenta el reto de recuperar la confianza perdida.
El carácter invencible, entonces, se convierte en un espejismo. Es una fortaleza que se sostiene más en la retórica que en la realidad, más en la necesidad de mostrar poder que en la capacidad de ejercerlo.
El país, mientras tanto, sigue su curso. Los campesinos esperan precios justos, los transportistas reclaman condiciones dignas, las familias piden seguridad y justicia, exigen respuestas.
Pero el hueco entre el dicho y el hecho, se vuelve un enorme vació, donde la palabra fortaleza se desgasta, pierde brillo, se convierte en un eco hueco que ya no convence.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Otra demostración de fortaleza es sacar del sarcófago al ex presidente para, con el pretexto de la publicación de un nuevo libro, ver si aún tiene la capacidad de reunificar a los feudos y calmar las ansias políticas de los aliados oficiales y oficiosos, los reconocidos electoralmente y los ausentes en las boletas, pero presentes en las campañas.Los momios en las casas de apuestas, le dan pocas posibilidades de reanimar el cotarro guinda.








