PULSO

Eduardo Meraz

Un mundo raro

Eduardo Meraz

Este fin de semana -sábado y domingo- me quedó la impresión de haber escuchado mensajes contrastantes de la presidenta Claudia Sheinbaum; una especie de narrativa bipolar.

La presidenta Claudia Sheinbaum, en un acto que rozó lo teatral, ofreció al país un doble discurso que dejó a muchos con la sensación de estar atrapados en un mundo raro, donde la lógica se disuelve y la narrativa se bifurca entre la condena verbal a los corruptos y la inacción de la justicia para sancionarlos.

En Veracruz, parecía nombrar la cuerda en casa del ahorcado, y en el Zócalo de la capital del país estaría extendiendo el manto protector a quienes fueron débiles y cayeron en la tentación de la corrupción, pero advirtiendo sanciones a quienes persistan en esta esta actitud de ilicitud.

Se trata de un esfuerzo y refuerzo de mostrar el lado inmaculado del cuatroteísmo, luego de unas semanas previas en donde muchos de los liderazgos y dirigencia de Morena se han encargado de mostrar y demostrar el paralelismo con el neoliberalismo.

Y no sólo eso, el fin de semana, la primera mandataria ha hecho una apología de los otros datos de su gobierno para mostrar el “mundo raro” en el cual viven muchos gobernantes respeto de la vida cotidiana de los mexicanos.

Entiende uno la óptica perfeccionista -no por tratar de buscar la perfección, sino para demostrar la perfección de lo realizado hasta ahora-, respaldada por la tergiversación de cifras, estadísticas y conceptos, a fin de mostrar el universo idílico del paraíso cuatroteísta.

Pero más allá del gesto, lo que inquieta es el tono: una advertencia velada, un llamado a la rectitud que, sin embargo, se diluye cuando se contrasta con el discurso pronunciado en el Zócalo capitalino, cuando recure al fácil argumento de mencionar a su antecesor, en busca del aplauso fácil.

Ante los integrantes de su gabinete y gobernadores, manifestó que se han empeñado en separarla del ex presidente López Obrador, “que rompamos, que nos dividamos”, pero eso no va a ocurrir.

Calificó al expresidente como un ejemplo de honradez y austeridad, que “nunca se vendió a los poderosos ni se apartó de sus principios y escúchenlo bien, su presidenta tampoco lo hará (…) porque por más duras que sean las presiones, nosotros solo hacemos reverencias al pueblo”.

El país, que ya vive entre la desconfianza y la resignación, recibió este mensaje como quien escucha una melodía disonante: con extrañeza y una pizca de temor.

Lo que se percibe es un esfuerzo por reafirmar la pureza del cuatroteísmo, esa doctrina que se ha querido erigir como antítesis del neoliberalismo, pero que en sus prácticas ha comenzado a mostrar similitudes inquietantes.

De ahí el mensaje de Claudia Sheinbaum al señalar a “las fortunas construidas al amparo del poder público”, las cuales -según dijo- se acabaron con la Cuarta Transformación, porque la honestidad es la regla y quien traicione al pueblo “enfrentará la justicia”.

Pero hemos visto a lo largo de poco más de un año, cómo cuando la narración se convierte en una fábula que niega la realidad, el riesgo es que el país se pierda en sus propios espejismos.

Los datos y estadísticas reiteradas por la presidenta de la República en su primer año de gobierno se orientan por este camino, en vez de entender que el arte de gobernar no consiste en maquillar cifras ni en ofrecer discursos contradictorios, sino en mirar de frente, en reconocer errores, en construir puentes entre lo que se dice y lo que se hace.

México no necesita un mundo raro, necesita un mundo claro; uno donde la cuerda del ahorcado no sea símbolo de advertencia, sino de justicia; y donde el manto protector no encubra, sino abrace con verdad.

La obsesión claudista por mostrar y demostrar su fidelidad al líder del movimiento que la encumbró, poco ayuda a resolver los problemas, incluso cuando los hechos gritan lo contrario. Es una perfección impostada, sostenida por cifras que no cuadran, por realidades que no se viven y por malos y perversos correligionarios.

Esta es la síntesis del mundo raro de la cúpula del cuatroteísmo, cada día más lejana de la realidad.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Entre mayor la concentración conseguida por los liderazgos de Morena, mayor el sentimiento de culpa por el abandono presente y futuro; entre más grande el regalo, menor el compromiso.

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