Ni máis de maíz y país
Por: Eduardo Meraz
En Morena, con tal de esconder su origen transgénico tricolor, como se comprueba con sus principales liderazgos -la mayoría emanados y formados en el Revolucionario Institucional-, están a punto de cumplir con su decreto-karma: “sin maíz no hay país”.
Su apego a la fraseología facilona y pegadora, los conduce a atarse a ocurrencias bien sonantes, pero lejanas a la razón, la lógica y la ciencia, en especial en materia económica; en este caso, en relación con la producción agrícola, donde la pretensión de soberanía alimentaria se ha vuelto algo inasible.
Así, en el segundo piso transformador, cuyos basamentos se cuartean y erosionan, somos testigos del hundimiento de las múltiples soberanías que, a manera de rompecabezas, no termina por dar forma a la soberanía nacional, tan cacareada y, a la vez, tan menospreciada interna y externamente.
Baste referirnos a la soberanía energética: petróleo, electricidad, gas, litio y las múltiples nacionalizaciones mencionadas y recitadas en su nombre y endosadas sus deudas a los mexicanos, termina por convertirse en barriles sin fondo y, conforme pasan los días, cada vez más lejos de la autosuficiencia.
Los únicos beneficiarios de tales sueños, son quienes laboran dentro o para las empresas públicas energéticas, en particular los funcionarios de más alto nivel, sindicalistas y proveedores.
En el caso de la soberanía alimentaria, debe tenerse en cuenta que por años, los cuatroteístas han utilizado la frase: “Sin maíz no hay país”, no tanto como un simple eslogan, sino como una declaración de identidad nacional.
Los datos lo confirman: en 2024, México produjo apenas 23.3 millones de toneladas de maíz, la cifra más baja desde 2014. De ese total, solo 20.3 millones fueron de maíz blanco, el nivel más bajo en 12 años. Esta caída pone en riesgo la autosuficiencia que el país ha mantenido desde 1994 en este tipo de grano.
Uno de los factores que explican esta crisis es el cambio en el modelo agrícola. La superficie destinada al maíz ha disminuido de 7.7 millones a poco más de 7 millones de hectáreas en la última década. En contraste, los cultivos de berries —arándanos, fresas, frambuesas— se han triplicado, pasando de 17 mil a más de 55 mil hectáreas. Estos productos, altamente rentables en el mercado internacional, han desplazado al maíz en la lógica de producción.
La caída en la producción ha obligado a México a importar más maíz que nunca. En 2023 se compraron 19.6 millones de toneladas, y en 2024 se estima que la cifra llegue a 23.9 millones, un aumento del 21%. La mayoría de estas importaciones son de maíz amarillo, genéticamente modificado, proveniente de Estados Unidos.
Así como la soberanía energética se ha convertido en una ilusión costosa, la alimentaria se diluye entre cultivos de exportación y dependencia externa. En ese sentido, y en muchos otros terrenos, los gobiernos deberían empezar a cambiarse el “chip” de la soberanía, por uno más cercano al establecimiento de relaciones e intercambios equilibrados, sobre todo cuando se está integrado a un tratado comercial tripartita.
En ese sentido, la postura ideologizada sobre las virtudes o defectos del maíz transgénico han derivado en uno más de los muchos traumas que orientan las políticas públicas no sólo en el agro, sino en casi todas las actividades productivas, como la asignación de éstas a las fuerzas armadas.
Es el caso del maíz transgénico o modificado artificialmente y, por ello, el gobierno mexicano intentó prohibir su uso para consumo humano, lo que derivó en un panel de controversias en el marco del T-MEC, cuya resolución -por lo publicado hasta el momento- puede constituir un revés para México.
También lee: Diputados del PT condenan represión contra docentes en Oaxaca
La renegociación del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá no será fácil y más allá de la fraseología de decisiones soberanas y que en México el pueblo manda, el gobierno debe impedir se vuelva realidad el karma de “sin maíz no hay país”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En corrillos políticos, se dice que agencias de inteligencia de Estados Unidos investigan la expedición -sin precisar fechas-de más de veinte credenciales oficiales del Senado de la República a líderes y miembros del Cártel de Sinaloa, que habrían sido registrados como “asesores” vinculados a la bancada del Partido del Trabajo (PT)