PULSO

Eduardo Meraz

Edén o infierno cuatroteísta

Eduardo Meraz

Como muchos políticos, el actual presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, fue tentado y comió el fruto prohibido, por lo cual seguramente Adán será expulsado del Edén cuatroteísta, solo de manera literal al menos, aunque también puede descender al infierno a hacer compañía y esperar a muchos correligionarios.

La manzana encantada y envenenada, ofrecida por la serpiente del crimen organizado, satisfizo el degradado paladar del morenismo -hecho en el prianismo más rancio- y aliados, llevándolos al paroxismo del empachom cuyos efectos ahora lo delatan y los pone en el riesgo de ser condenados.

Ni arcángeles ni profetas, sino personajes terrenales que en algún momento se presentaron como redentores del pueblo, y hoy se saben vencidos por sus propias tentaciones y corruptelas, una vez perdido el paraíso.

Por las demostraciones de su estilo de vida, es evidente que los principales dirigentes y líderes -natos y putativos- de Morena comieron de la manzana ofrecida por la serpiente —una figura que encarna al crimen organizado y sus redes de poder— y ven en el retiro de visas, por parte del gobierno estadounidense, la antesala de la caída.

El trato de las autoridades norteamericanas a los Guzmán López -Ovidio y Joaquín- obedecería a las revelaciones recientes que vinculan a buena parte de la clase política en el poder con financiamiento oscuro y tratos cuestionables con algunos o todos cárteles de delincuentes.

Como mencionaban las abuelas: el pecado no es solitario. Por eso, el pueblo testigo está a la expectativa de la primera caída -tal vez sea Adán-, la cual arrastrará consigo a toda la genealogía política formada por aliados, operadores, y fieles seguidores del cuatroteísmo, apenados de haberse mostrado como estandartes de la transformación.

Atrás va quedando la creencia entre la feligresía morenista de que la fruta prohibida contenía el jugo de la impunidad, pactos de conveniencia, y financiamiento electoral sospechoso, sería el elixir inagotable del poder, a fin de permanecer en él a toda costa.

Este empacho moral ha llevado al oficialismo al borde del colapso discursivo. Donde antes se proclamaba un nuevo comienzo, ahora se esconden verdades incómodas, y se privilegian evasivas en conferencias de prensa y una narrativa oficial que se desdibuja con cada escándalo.

Las investigaciones que se ciernen sobre actores clave de los políticos en el podrían derivar en procesos legales, pérdida de candidaturas, o ruina política. Adán, en este contexto, se encuentra al lado, hombro con hombro -dirían los políticos de viejo cuño- de otros 14 grandes liderazgos, de esos correligionarios que compartieron el banquete y, muy probablemente, compartirán el juicio.

El flirteo con estructuras criminales, han transformado el Edén prometido en un terreno pantanoso donde la caída es no sólo posible, sino inminente. En el fondo del abismo, la oscuridad para los impíos será su infierno.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Las esculturas de bronce de Fiel Castro y de Ernesto Guevara, que estaban instaladas en el parque Tabacalera en la alcaldía Cuauhtémoc han desatado una guerra entre autoridades de distintos niveles. Independientemente de los diferendos políticos, deben privilegiarse los derechos de autor

Aun cuando la alcaldía tiene la propiedad física, los derechos de autor de la obra siguen vigentes. En México, la Ley Federal del Derecho de Autor reconoce dos tipos:

  • Derechos patrimoniales: pueden cederse, permitir su uso o comercialización.
  • Derechos morales: permanentes, inalienables y protegen la integridad de la obra y el reconocimiento al autor.

Al haber fallecido Óscar Ponzanelli, estos derechos morales ahora recaen en sus herederos, quienes tendrían voz para autorizar modificaciones, traslados o usos distintos de las esculturas. Cualquier alteración sin su consentimiento podría constituir una infracción.

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