Despojos
Eduardo Meraz
Si usted al leer el encabezado de esta columna inmediatamente pensó en el titular del Infonavit, en el cártel guinda y los traidores sumados a sus filas, en el abandono de convicciones y todo lo desechable de la política, está en riesgo.
Si vida, sus bienes, sus derechos, su libertad de pensamiento están en peligro de pasar al monstruo de mil cabezas de Morena, el botín anhelado, dónde lo mismo dan o reciben despojos.
En el primer caso, en el presente siglo, el actual partido e n el poder y sus ancestros vienen despojando a la verdad de su esencia y correspondencia con la realidad, a cambio de recetarnos la historia sin fin de los otros datos, ese mundo bizarro en el cual ellos chacualean a sus anchas.
También hemos sufrido el despojo de la ley y el respeto a la misma, sin importar nada más. Hoy, en tiempos del cuatroteismo cumplir la ley es un cuento neoliberal. Lo verdaderamente importante es acomodar el marco jurídico a los caprichos del presidente en turno, que para eso es mandante y no mandatario.
Pero si eso es insuficiente para un control absoluto, invadir al Congreso y al poder judicial, por la vía de la persuasión -buena o mala, a escoger- y llenarla de muchos despojos, a fin de iniciar una “nueva etapa interpretativa”, a modo, de la maltrecha y desgarrada Constitución.
En el aspecto político, el cuatroteísmo se ha despojado de toda virtud. Los valores de la izquierda verdadera se han enviciado en goce y disfrute del “pinchi poder” -Mario Marín, dixit- y de los suculentos negocios lícitos, ilícitos y lisitos, esos a los cuales no se les nota ninguna arruga o imperfección.
Para lograr esta “supremacía de apariencias”, se han vuelto acaparadores compulsivos, aparte de riquezas, de los despojos de otras fuerzas políticas. Tan es así que, en estos días, el mil veces satanizado “prianismo” es el principal engranaje de Morena.
Por último, pero no menos importante, los mexicanos nos encontramos en la antesala de la desaparición, vía despojo, de la propiedad privada, como lo anunció el director del Infonavit, Octavio Romero Oropeza, experto en el engaño.
Si bien la presidenta Claudia Sheinbaum negó vaya a desaparecer la propiedad privada, basta recordar que desde finales del siglo 20, En el entonces Distrito Federal, llegó al poder la izquierda y con ella nació el semi oficialista “cártel del despojo”, no solo de viviendas, sino de espacios públicos.
Conforme este grupo se mantuvo al frente de la capital del país, ya va para casi tres décadas, el cártel guinda del despojo ha crecido más veces que el llamado cártel inmobiliario, aunque en no pocas ocasiones cuentan con los mismos socios internos y externos.
Las fabulosas ganancias obtenidas mediante la asociación delictiva de autoridades, dirigentes partidistas, abogados e inmobiliarias en la zonas céntricas de la Ciudad de México despertó los apetitos del morenismo y aliados.
Ahora, quieren usar como cabeza de playa al Infonavit para hacer de la invasión y el despojo de vivienda de los trabajadores, pero ahora a nivel nacional.
Ante las limitantes financieras existentes, gracias a los delirantes despojos del expresidente de la riqueza nacional, es evidente la imposibilidad gubernamental de construir un millón de casas en este sexenio, por lo cual la constructora pública, en realidad se limitará a cumplir funciones de comercializadora de bienes raíces y por medio de la misma, justificar, legalizar los despojos.
Lo más probable es que dicha Constructora Infonavit-Bienestar se convierta en la versión inmobiliaria de la farmaciototota del Bienestar: un elefante blanco más, pero de grandes ganancias para quienes la manejen.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Ahora resulta que la Refinería “Dos Boquitas” de Coatzacoalcos, Veracruz, producía más combustibles que su hermana mayor, “Dos Bocas” u “Olmeca”, en Paraíso, Tabasco, y sin haber generado un Fobaproa petrolero.
Pemex debería comprar los derechos de “Dos Boquitas” y replicar el modelo por todo el país, con lo que se ahorraría muchos recursos públicos y hasta podría salvarse de la quiebra.