PULSO

Eduardo Meraz

Listas, listos y listados

Eduardo Meraz

Como si estuvieran en la escuela primaria, los políticos más prominentes de México sufren cada vez que se pasa lista en Estados Unidos, para ver quien ingresa o sale del negro listado, al cual se ingresa por méritos propios y no se puede solicitar la ayuda de nadie, como tampoco realizar aportaciones para ser desincorporado.

Así, entre temblorinas, prácticamente la totalidad del morenismo se encuentra en ascuas luego del retiro de la visa a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar, y su esposo, Carlos Torres y, al parecer otros integrantes del gobierno estatal. Sin motivo ni razón, hasta el momento, esta acción habla de un hecho inédito y de un viraje en las relaciones entre México y Estados Unidos.

No ha sido necesario hacer una declaración de encontrarnos en una fase lunar de “vecinos distantes”, pero desde la llega del “ex amigou” Donald Trump por segunda ocasión a la Casa Blanca, los tratos entre el presidente estadounidense y Claudia Sheinbaum Pardo, se nota una falta de “química” entre ambos mandatarios.

La cercanía geográfica de poco ha servido para concertar y concretar un encuentro directo, personalmente en persona, entre Donald y Claudia. Sin poder asegurar la existencia de algún grado de animadversión entre los dos jefes de Estado, evitan por todos los medios un encuentro presencial.

Esta especie de virus de “Covid político” entre los presidentes, los obliga a mantener la distancia uno de otra u otra de uno. Se busca evitar cualquier tipo de “contagio ideológico”, por lo cual, mientras en Palacio Nacional se recurre a los detentes, remedios caseros y un exacerbado masioserismo como medicina preventiva, en Washington han proliferado las órdenes ejecutivas y los cubrebocas perforados para mantener a distancia a la vecina sureña.

Los gracioso de este momentum es ver cómo los papeles se han invertido entre los mandatarios de ambos países. Mientras en las administraciones previas, el “coyote y marrullero” se localizaba del lado sur del río Bravo y el prudente y tranquilo, del lado norte. Ahora estas condiciones se han revertido.

Y por más que la presidenta Claudia Sheinbaum insista en pedir frías al gobierno trumpiano sobre detenciones, visas y acuerdos de gente vinculada a grupos criminales, difícilmente tendrá respuesta, o al menos el mensaje que espera.

Cada ocasión en la que la habitante de Palacio Nacional solicita o reclama acciones del gobierno norteamericano, en realidad abre un nuevo flanco por medio del cual se cuelan nuevas exigencias, ya sea sobre asuntos previamente abordados o nuevos, y dejando a descubierto heridas, fisuras y corruptelas difíciles de erradicar.

Las fuertes resistencias a una acción directa del gobierno estadounidense para combatir al crimen organizado, luego de conocerse una versión -aparentemente apócrifa- de funcionarios a quienes se retiraría la visa norteamericana, parecen más bien golpes de pecho, a manera de expiación de culpas.

A riesgo de ser descalificado por el oficialismo, me atrevo a especular que ese listado no es el único; debe haber, al menos una docena de relaciones de políticos de ayer y hoy, cuyas riquezas tienen orígenes oscuros, más allá de la tradicional práctica del moche del 10 por ciento en compras gubernamentales.

Estos políticos siempre se han creído muy listos, cuando en realidad han sido abusivos, traicioneros y descarados al aún atreverse a solicitar el apoyo de la gente a la cual le han robado tranquilidad, salud, educación, libertades.

Y como si estuvieran en los siete niveles del Infierno de Dante, uno a uno será nombrado, no por una deidad buena o malvada, sino por un político más listo al cual no pueden engañar para que los borre de la lista de la ignominia.

Desde la Casa Blanca parece incontenible el avance de un régimen menos tolerante con la criminalidad en México, que se construyó anulando a políticos y funcionarios mediante la violencia y vendió su alma al crimen organizado.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Las cifras son demoledoras. En un periodo muy corto de apenas un sexenio, de 2018 a 2024, las víctimas anuales de violencia política incrementaron prácticamente 300% sumando un total de 2,259 víctimas. Se triplicó la violencia política durante el cuatroteísmo.

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