Resurrectos e insurrectos
Por: Eduardo Meraz
A diferencia de lo acontecido hace 21 siglos y cuarto, las resurrecciones políticas, en sentido estricto, no existen. La prevalencia de complicidades es lo de hoy, y para garantizar fidelidades, las operaciones de compra y venta de voluntades, cuando los principales cargos ya tienen responsable, empiezan a servir de abono a insurrecciones en el partido en el poder.
Aun cuando parece temprano hablar de rupturas cada vez son más notorias las expresiones de desacuerdo, insatisfacción o rebeldía hacia los máximos dirigentes de Morena y prácticamente es inexistente el orden y nulo el principio de autoridad.
En esta veloz evolución del partido gobernante, al pasar de la lealtad y obediencia ciega a ignorar los llamados e instrucciones del dueño o dueña del bastón de mando, queda la sospecha de un proceso de descomposición acelerado, como resultado dl arribo al poder y la fragilidad del ánimo para resistirse a la corrupción.
Por aquí y por allá se oyen tintinear y retintinear las 30 monedas ofrecidas y aceptadas gustosamente por lo altos dirigentes del cuatroteísmo, independientemente del cargo, a sabiendas de que es más fuerte la complicidad que el amor, por más que con amor se pague.
Morena, como la propia idiosincrasia mexicana, no es una raza política pura y mucho menos dueña de una verdad absoluta. Antes, al contrario, tiene carácter y esencia transgénica, ya sea de manera natural o con la pequeña ayuda de los fertilizantes del chantaje y la presión.
Los morenistas originarios son una minoría y los de segunda generación, aquellos que no han pasado por las filas de otros partidos, tiene serias dificultades para abrirse paso ante los bloques tricolor, verde, blanquiazul o amarillo, enfocados en enriquecerse, pues están seguros de que -como diría el clásico- lo mejor es lo peor que se va a poner.
Después de haber derrochado recursos en la construcción de obras carísimas e inútiles -hasta el momento-, la administración del presidente sin nombre y sin palabra, aprovechó las distracciones para saquear los dineros públicos, él y sus más allegados -familiares y amistades-, dejando en la precariedad la hacienda del país.
Tras siete billones de pesos de endeudamiento adicional, México es cada día menos soberano en alimentos, combustibles, energía y un largo etcétera, con una infraestructura educativa, de salud, carretera y aérea en condiciones de pena ajena.
Los viejos lobos de mar guindas, hoy se encuentran acrisolándose en contratos, obras, compromisos -en calidad de sanguijuelas-, otean ya nuevos vientos, por lo cual consideran empezar a ver la posibilidad de extender velas, por si es necesario apresurar una huida o alcanzar una nueva embarcación.
Buscando una nueva resurrección política, luego de la humillación de haber creído en una competencia equitativa, quienes participaron en la final morenista por la Presidencia de la República han decidido mostrar los dientes y se comportan como insurrectos, por el puro gusto de medirle el agua a los tamales.
Y cada vez lo hacen de manera más descarada, al ver a la dama de la triste figura batallar de manera solitaria, con poco respaldo de quienes deberían ser pilares, para evitar que las deudas y agravios cometidos contra Estados Unidos se reviertan.
Y mientras algunos de estos políticos camaleones ya se muestran dispuestos a cambiar de tonalidad, en caso de urgencia, hay otros cuyo sino se ve poco promisorio, pues su pasado como receptores de aportaciones para el surgimiento y mantenimiento del partido Morena los condena.
Es probable seamos testigos de algunas sacudidas en el oficialismo, como resultado de la velocidad con la cual muchos de sus integrantes han resucitado; ritmo que, al parecer, se mantendrá entre inconformes o insurrectos.
En este comportamiento previsible, tiene mucho que ver el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dispuesto a darle al gobierno cuatroteísta una sopa de su propio chocolate: están con él o están contra él.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En el marco del Día Nacional de las Familias Buscadoras, conmemoración que se lleva a cabo cada 19 y 20 de abril en México, colectivos de familias de personas desaparecidas llenaron este domingo distintos puntos de la capital del país con cientos de fichas de búsqueda.