“Trumpicadas arancelarias”
Eduardo Meraz
La volubilidad del presidente estadounidense, Donald Trump , está generando un profundo desasosiego entre gobernantes y mercados, pues parece querer derruir todos los usos y costumbres en los cuales se ha fundamentado la economía y la política durante casi 100 años.
El sismo económico de la crisis de 1929, sería el antecedente con el cual se pudiera equiparar la actual guerra o guerrilla arancelaria instigada por el mandatario norteamericano, cuyas decisiones son cada vez más viscerales, aun cuando después la resaca de la realidad lo obliga a matizar o dar marcha atrás.
Entonces, en este estira y afloja arancelario provocado por las decisiones “trumpicadas”, las cosas no sólo no mejoraron, sino están generando desequilibrios importantes en las relaciones comerciales entre países y regiones, en donde por lo visto en estos casi tres meses, terminarán por favorecer una mayor concentración de la riqueza a nivel mundial.
La sacudida provocada por las primeras decisiones ejecutivas tomadas por Trump en materia tarifaria semejan bastante al método utilizado por el presidente argentino Javier Milei: primero las decisiones y luego virigüan si hay sobrevivientes.
Los abruptos vaivenes en las bolsas de valores a nivel internacional y las versiones distintas o contradictorias entre los integrantes del actual gabinete presidencial de la Unión Americana, han generado una incertidumbre de proporciones inimaginables entre los tomadores de decisiones de otros países.
El mecanismo de ensayo y error en el cual se está manejando el presidente de Estados Unidos, obviamente responde a sus fobias, tanto como a sus alianzas con hombres de negocios de ciertos rubros, a quienes desea complacer, en aras de una grandeza selectiva.
En estos casi tres meses de gobierno de Donald Trump, lo verdaderamente cierto es lo incierto de su estado de ánimo.
Tan parecido en su comportamiento caprichoso y ocurrente al ex presidente mexicano, que también logró hacer más ricos a un pequeño grupo de asesores empresariales, tan cercanos a su corazón y a su bolsillo, teniendo como premio el maná presupuestal.
Recuperar la grandeza de Estados Unidos y llevar a cabo la cuarta transformación de México tienen tanto en común, sobre todo la megalomanía de sus autores -Trump y López Obrador-, así como las locuras e invenciones para tener todo el control del aparato gubernamental y, por qué no, el Estado.
Freno y arranque con el que maneja el mandatario estadounidense los aranceles, conlleva el propósito de saber cuáles socios-países se quedan en el barco y cuáles se caen al agua. La dificultad estriba en saber si la resistencia o la complacencia ofrecen mejores resultados. Y en eso tiene mucho que ver el tamaño d una nación, su territorio, su economía y el número de habitantes.
Duplicar la apuesta cada vez que alguien riposta es propia de un ludópata, que en sus afanes de obtener el triunfo, es capaz de distorsionar la realidad y, por tanto, cometer fallas de apreciación y percepción de la realidad, como creer que todo mundo desea lamerle el trasero, cuando más bien anhelan pateárselo.
Y ese mal generalizado entre los gobernantes, los lleva a confundir popularidad con aprobación de su gobierno, cuando son coas totalmente distintas. Así, los actos de gobierno de Donald Trump son aceptados mayormente por la gente, aun cuando su popularidad vaya en descenso.
Algo similar ocurre con los mandatarios de la transformación. Tanto López Obrador como Sheinbaum Pardo siempre mantuvieron elevados índices de popularidad, casi al doble de los indicadores de aprobación de su gestión, sobre todo en materia de seguridad y salud, donde después de más de seis años, las cosas no sólo no mejoraron, sino que se encuentran en condiciones deplorables.
En el espejo de la experiencia mexicana debería verse el presidente estadounidense, antes de estar pensando en un tercer periodo al frene del ejecutivo de su país, pues lo “trumpicado” de su administración en cerca de 50 días puedo hacer que su palabra pierda valor, como seguramente ocurrirá con sus aranceles. Las pausas realizadas, le restan seriedad y vuelven poco creíble a quien las aplica.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Medicamentos y desaparecidos traen a casi todo el cuatroteísmo con el Jesús en la boca, perdón, con el Andy, pues de alguna manera u otra el hijo del ex presidente tiene influencia en ambos ámbitos.