PULSO

Eduardo Meraz

El amor en tiempos de aranceles

Eduardo Meraz

Como quizás en ningún otro momento de su historia, México es objeto de la mirada inquisidora de Estados Unidos; las miradas persistentes de las fuerzas armadas norteamericanas ya tienen nerviosos a varios, independientemente del cártel al que pertenezcan, ya sea del crimen organizado o del gobierno desorganizado.

Luego del “sexenio amoroso”, durante el cual abrazos y balazos se entremezclaban para aumentar el control de importantes regiones y actividades productivas, hoy vemos los resultados de esas relaciones pecaminosas: ya nadie cree en la fidelidad eterna prometida y el divorcio parece ser la única alternativa, aun cuando no sea de mutuo acuerdo.

Las sospechas de engaños y traiciones cometidas por el cuatroteísmo para con su amante vecino norteño, parecerían anticipar un rompimiento poco civilizado, como lo demuestra la vigilancia exhaustiva a la cual nos tiene sometidos el mandatario estadounidense Donald Trump.

A diferencia del anterior habitante de la Casa Blanca, quien hoy ocupa la principal silla de Estados Unidos no quiere saber más de la relación tóxica, que envenenó todo su ser. Por eso quiere destruir todo el toloache-fentanilo y acabar con ese enamoramiento enfermizo de una vez y para siempre.

Pero no sólo eso. El interés de Donald Trump por recuperar su autoestima pasa por el tamiz de recabar el máximo de pruebas de la infidelidad mexicana, pues su territorio se convirtió en casa, refugio y punto de partida de la invasión silenciosa hacia Estados Unidos de migrantes y drogas.

Por eso, en los días previos, aviones, embarcaciones e inclusive la obtención de permisos para que elementos de sus fuerzas armadas vean y revisen las acciones de todos los cárteles mexicanos, que empiezan a sentirse desnudos ante las miradas gringas penetrantes.

Es tal el número y la frecuencia de la observación estadounidense, que el manto protector guinda se ha ido luyendo y perdiendo las virtudes de invisibilidad del sexenio pasado.

Las relaciones peligrosas que estableció el expresidente totalmente Palacio Nacional, traicionando el cariño y afecto de su amoroso vecino, están llegando a su fin. Entre los nuevos ocupantes de las sillas presidenciales -dirían los clásicos- “no hay química”. Es mayor el recelo a los propios aranceles, usados como pretexto para evitar compensaciones por el fin del amor.

Y si con Gabriel García Márquez se hablaba del “Amor en los tiempos de cólera”, en donde al final, luego de una larga y penosa espera, el cariño cobraba forma, en esta tercera década del siglo 21, la relación México-Estados Unidos se encamina a un epílogo totalmente diferente.

Hoy, el “Amor en tiempos de aranceles” se aproxima más a una variante de “amor apache”, porque “el odio duele menos que el olvido”; odio que tendrá un alto costo económico por tanta infidelidad, vista y comprobada.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

La Corte (SCJN) determinó que el Tribunal Electoral no tiene jurisdicción para invalidar los juicios de amparo interpuestos contra la elección judicial, aunque no pudo exhortarlo a acatar las medidas judiciales emitidas contra la reforma al poder judicial.

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@Edumermo

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