Por: Fernando Dávila
A más de cien años de la muerte de Joseph Pulitzer, magnate de la prensa estadounidense, el Premio Pulitzer continúa reconociendo la excelencia periodística en Estados Unidos como símbolo de profesionalismo y responsabilidad social. Sin embargo, arrastra críticas de quienes lo consideran heredero del “periodismo amarillo” y las “fake news”.





Pulitzer impulsó la creación del galardón más prestigioso del periodismo, una voluntad que se cumplió seis años después de su fallecimiento, el 29 de octubre de 1911.
Desde 1917, el premio reconoce trabajos periodísticos en 15 categorías, además de premiar a las Letras, el Drama y la Música.
Aunque se dirige únicamente a medios estadounidenses, no exige nacionalidad. Por ello, periodistas mexicanos han obtenido el premio al revelar casos de corrupción política, sobornos y abusos en investigaciones publicadas en medios como The New York Times y Futuro Media.
Alejandra Xanic von Bertrab, ganadora del Pulitzer en 2013 por su investigación sobre los sobornos de Walmart en México, subrayó la importancia de las herramientas de transparencia para lograr trabajos de alto impacto.
El legado de Pulitzer: ¿éxito o contradicción?
Joseph Pulitzer imaginó un periodismo comprometido con el bien público. El poeta Fernando Pessoa sintetizó ese espíritu:
“La prensa libre debe abogar por el progreso y las reformas, no tolerar la injusticia ni la corrupción y mantenerse devota al bien público.”
Sin embargo, ese ideal contrasta con los métodos que Pulitzer utilizó para forjar su imperio mediático. Su rivalidad con William Randolph Hearst en la década de 1890 dio origen al “periodismo amarillo”. Así lo señaló el periodista español Víctor Sánchez del Real:
“La guerra de 1898 no fue solo un conflicto entre España y Estados Unidos, fue la guerra de las fake news.” Su crítica recalca que los cimientos del pulitzerismo se construyeron con sensacionalismo y manipulación de la opinión pública.
México y el Pulitzer: ¿premio periodístico o conflicto político?
El debate sobre su propósito y neutralidad continúa. En México, el expresidente Andrés Manuel López Obrador calificó al Pulitzer como una “gran farsa” luego de que se premiaran reportajes que criticaron a su gobierno:
“Premian al medio que me acusó de ser socio de narcotraficantes… una gran farsa.” Sus declaraciones reavivaron la pregunta sobre si el premio mantiene imparcialidad o responde a intereses políticos.
Entre el escepticismo y la excelencia
El Pulitzer se halla en una encrucijada: representa un estándar de excelencia para quienes investigan al poder, como Xanic, pero también genera sospechas por el doble legado de su fundador: defensor del periodismo riguroso y pionero del sensacionalismo.
Pese al debate, su función como barómetro del periodismo sigue vigente. Mientras continúe premiando investigaciones que denuncian injusticias sociales —como los trabajos sobre feminicidio de Cristina Rivera Garza— el premio mantendrá su papel como aspiración máxima para muchos periodistas.








