Por: Giovanna Montero
La comunicación es parte esencial de la vida humana, presente incluso antes de nuestro nacimiento. Más allá de las palabras, existen múltiples lenguajes como el corporal, el de señas y otros códigos que permiten transmitir mensajes y generar vínculos.

Estudiar la licenciatura en Comunicación abre la puerta a un amplio abanico de posibilidades laborales. Quienes optan por esta carrera pueden desempeñarse en medios tradicionales y digitales, publicidad, redes sociales, periodismo, producción de contenidos, relaciones públicas y muchas otras áreas.
El ejercicio profesional implica mantenerse informado, leer y analizar noticias, así como desarrollar una sólida base teórica, habilidades de escritura y expresión oral. A ello se suma el interés por comprender las dinámicas sociales y culturales que influyen en la interacción humana.
Aunque persisten prejuicios como que “los comunicólogos se mueren de hambre” o que “cualquiera puede hacerlo”, lo cierto es que la comunicación efectiva requiere formación académica, pensamiento crítico y creatividad. Las universidades forman profesionales capaces de cubrir eventos, generar información verificada, producir campañas publicitarias y construir narrativas que influyan en la opinión pública.
Más que una carrera, la comunicación es una herramienta estratégica para entender y transformar el entorno, y su impacto se refleja en la sociedad todos los días.