Política e Historia

Divorcios, ¿un problema actual?

Óscar Tamez

En México creció la taza de divorcios en la última década. Las causas son múltiples, por fortuna la concientización, la información y la disminución de tabúes impactan en las separaciones con causales.

Según el INEGI con datos al 29 de septiembre de 2025, las principales causas de divorcio a nivel nacional fueron: incausado, con 67.2% y mutuo consentimiento con 31.3% de casos.

El divorcio incausado es aquel donde una de las partes lo solicita sin mediar un justificante jurídico, uno de los cónyuges presenta la solicitud y es atendida. El de mutuo consentimiento es donde ambas partes acuerdan la separación voluntaria.

Es extraño que INEGI no mida los casos derivados de la violencia, el maltrato y otros factores, pues leyendo, así como se encuentra el reporte, pareciera que es aburrimiento, fastidio o hartazgo lo que detona la separación.

Según el Instituto, en 2024 se efectuaron 486,645 matrimonios y 161,932 divorcios, sean entre parejas heterosexuales, hombre-hombre o mujer-mujer. Esto significa 33.27% de divorcios por cada matrimonio, aclarando que no se divorcian sólo los casados en 2024, las separaciones provienen de matrimonios en años atrás.

Entre los 161,932 divorcios, el 33.8% tenían más de 21 años de unión legal, es decir, casados con papelito y todo; seguidos por el 19.4% que tenían entre 1 y 5 años de vida conyugal; luego los de entre 10 y 15 años de casados con 17.9% de incidencias; seguidos por el rango de entre 6 y 9 años de matrimonio con el 15.1% del total de divorcios y el rango de 16 a 20 años con 11.7% del total de casos, siendo tan sólo el 1.6% de los matrimonios con menos de un año quienes se divorcian.

Se divorcian principalmente quienes tienen 40 años o más. Es decir, quienes alcanzan o, al menos así debería ser, mayor estabilidad emocional, económica y social.

Está el factor hijos y éste puede ser determinante, es decir, arriba de 21 años de matrimonio, los hijos comienzan a hacer vida propia, con independencia familiar, económica (salvo los ninis), sexual y social, lo que facilita el deseo de romper algo que estaba unido por alfileres.

Es indudable que la educación familiar, la convivencia y un mayor estándar educativo son favorables para tomar la decisión, sobre todo en las mujeres quienes históricamente han sido víctimas de maltrato y de la tortura conyugal.

Le llamo tortura pues deben aguantar ante la amenaza del “qué dirán”, la pérdida de economía a causa de realizar el trabajo doméstico no remunerado, poco desarrollo social y profesional ocasionado por atender a la familia y otros factores de antaño, amenazantes ante un divorcio.

Según el INEGI, Nuevo León es la tercera entidad en divorcios. “Las entidades con los mayores valores en relación divorcios-matrimonios fueron Campeche, con 69.7; Tamaulipas, con 66.2; y Nuevo León, con 58.8. Las entidades que reportaron menores índices fueron Veracruz, con 16.6; Chiapas, con 19.8; y Jalisco, con 22.4”.

En los divorcios entre parejas del mismo sexo; los casos entre mujeres crecieron exponencialmente, pasaron en 2020 de 123 a 439 en 2024, crecimiento de 439%. Entre los hombres el número pasó de 92 a 244 casos, incremento de 265% en divorcios.

Es una tranquilidad saber que si la relación no funciona hay mecanismos para separar lo mal unido, pero también puede analizarse como un mal en una sociedad pragmática, utilitarista, basada en la inmediatez donde las partes prefieren romper que esforzarse.

Por lo pronto, si me dejan porque no hay dinero en casa… ¡me voy con ella para no morir de hambre!

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AA

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