Por: Gilberto Solorza
Aunque muchos imaginan a los piratas como figuras del pasado, con parches en los ojos y loros en el hombro, la realidad en el Golfo de México es distinta y preocupante. En 2025, piratas modernos atacaron al menos cinco plataformas de Pemex en la Sonda de Campeche, lo que confirma un repunte de la piratería en la región y una amenaza creciente para la industria petrolera y la seguridad marítima.


La Secretaría de Marina y la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte reportan que entre 2019 y 2024 ocurrieron 26 asaltos a buques y plataformas petroleras. La cifra revela una tendencia en aumento y una vulnerabilidad constante frente a grupos delictivos que actúan con rapidez y violencia.
Los piratas no buscan el crudo. Prefieren radios, herramientas y equipos de respiración autónoma. Operan en grupos de tres a siete hombres, utilizan lanchas rápidas con motores fuera de borda y parten de zonas cercanas a Campeche, Tabasco y Veracruz. La mayoría de los ataques ocurre entre el ocaso y el amanecer, aunque también han irrumpido de día. En abril, trabajadores de la plataforma Zacatecas repelieron a los agresores con chorros de agua mientras pedían ayuda a la Marina. En febrero, ladrones armados asaltaron la plataforma Zaap Delta-D y robaron equipos de comunicación, lo que obligó a reforzar la seguridad en la zona.
El gobierno mexicano respondió con nuevas medidas. Aumentó la vigilancia en las plataformas, coordinó a Pemex con la Secretaría de Marina para ampliar los patrullajes marítimos y aéreos, desplegó unidades en áreas vulnerables y colocó sistemas de videovigilancia con cámaras térmicas. También capacitó a los trabajadores en protocolos de emergencia y autoprotección, reforzó la seguridad en plataformas como Zaap-D y Akal Romeo y ofreció atención médica a los afectados.
Aun con estas acciones, los ataques continúan. Trabajadores denuncian que la protección no alcanza y que las plataformas siguen expuestas. Mientras Pemex y la Marina destacan las inversiones y la tecnología avanzada, la realidad en el terreno muestra una seguridad frágil y una amenaza persistente.
En un tiempo en que la piratería parecía un recuerdo lejano, la Sonda de Campeche demuestra lo contrario: los piratas no llevan parches ni loros, sino armas y lanchas rápidas, y buscan no tesoros, sino equipos vitales para la industria petrolera.