Pase UAM 2025: ¿una vía real para romper con las barreras sociales?


Por: Fernando Dávila

El anuncio del Programa Pase UAM 2025 para estudiantes del Colegio de Bachilleres (Colbach) abre una nueva puerta de ingreso a la universidad sin examen, pero también lanza una pregunta de fondo: ¿puede una política como esta reducir la desigualdad entre estudiantes que ya llegan divididos por su origen académico y social?

Una puerta que significa más que un trámite

Desde ahora, los egresados del Colbach en la Ciudad de México con promedio mínimo de 8.0 podrán acceder directamente a alguna de las más de 60 licenciaturas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Esta decisión representa un alivio para muchos jóvenes que, más allá del esfuerzo, enfrentan un sistema educativo segmentado.

Detrás del Pase UAM no hay solo un beneficio administrativo. La medida refleja una realidad: no todos los bachilleratos están igual posicionados, y no todos los estudiantes llegan a la universidad desde el mismo punto de partida.

¿Por qué un pase especial?

El Colbach no goza en la capital del prestigio que sí tiene en otros estados como Jalisco o San Luis Potosí. Aquí, compite con los bachilleratos de la UNAM y el IPN, considerados semilleros naturales para el ingreso a la universidad. En ese contexto, optar por el Colbach muchas veces es visto como una elección de segunda.

Un caso ilustra esa percepción. Un joven que llegó desde Guadalajara con la intención de entrar al Colbach recibió una advertencia de una amiga capitalina: “Aquí no es una buena escuela”. El comentario revela el peso simbólico que tiene el nombre de una institución, más allá de su oferta académica.

¿Es el Colbach una mala escuela?

No necesariamente. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en 2023 el Colbach atendía a más de 90 mil estudiantes en la Ciudad de México, muchos de ellos con trayectorias escolares irregulares o sin suficiente apoyo. La pedagoga María Fernanda Martínez Villegas afirma que el contexto influye más que la capacidad de los estudiantes.

Pero hay datos que preocupan: menos de la mitad de los alumnos del Colbach terminan el bachillerato en el tiempo previsto, de acuerdo con cifras de 2021. No se trata de falta de talento, sino de arrastrar barreras sociales y económicas desde antes.

Colaboración como política de inclusión

La UAM y el Colbach no son ajenos entre sí. En 2020 firmaron un convenio para compartir infraestructura, capacitar docentes y abrir bibliotecas y laboratorios universitarios a estudiantes del bachillerato. Estas acciones reflejan que la brecha entre instituciones no siempre es académica, sino social.

Por eso, el Pase UAM no debería verse como un privilegio. Es una política que busca nivelar un terreno desigual. En una ciudad donde estudiar en la UNAM o el IPN tiene una carga simbólica fuerte, iniciativas como esta pueden cambiar la narrativa.

Más que acceso: dignidad educativa

El Colbach no tiene el mismo peso social que otras instituciones, y eso importa. Aunque su nivel académico no sea bajo, su “marca” no abre las mismas puertas. El Pase UAM reconoce que hay estudiantes que han remado desde atrás, y que merecen una oportunidad igual de digna para acceder a la educación superior.

La convocatoria para el programa abrirá el próximo 17 de mayo. Con ella, tal vez también se abra la posibilidad de repensar los prejuicios que existen sobre el origen escolar de miles de jóvenes. Porque una universidad pública también debe ser un espacio donde las puertas no se abran solo por prestigio, sino también por justicia.


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