El nepotismo es pecado de todos
Arturo Zárate Vite
El nepotismo no ha sido problema de un solo partido, todos saben que han caído en esa tentación para favorecer a un familiar o al amigo. Hay casos del pasado y del presente.
Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial han estado involucrados, en menor o mayor grado.
¿A poco no se acuerdan cuando el presidente José López Portillo incorporó al gabinete a su hijo José Ramón y salió a decir a los medios de comunicación que era el orgullo de su nepotismo?
Mediáticamente la decisión fue aceptada, nadie emprendió una campaña para desacreditarla.
Tampoco nadie criticó que haya nombrado a su hermana Margarita López Portillo en la dirección general de Radio Televisión y Cinematografía (RTC).
Y cuando nombró a Rosa Luz Alegría como titular de la Secretaría de Turismo, para nadie era un secreto el especial afecto que tenía el presidente por ella.
En años más recientes, también se toleró que el gobernador de Coahuila Humberto Moreira heredara el cargo a su hermano Rubén Moreira, que ahora les incomoda que se les recuerde.
“Ya quedó en el pasado” ha dicho Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI.
El PAN tampoco ha estado ajeno a este pecado. Al ex dirigente Marko Cortés que le gusta presumir su transparencia (dio a conocer los acuerdos en lo oscurito que hizo con el PRI en Coahuiila), cuando estuvo al frente del blanquiazul consiguió que su hermano David Alejandro fuera primero candidato a diputado local en Michoacán y después candidato a diputado federal.
Vicente Fox llegó a considerar la posibilidad que su pareja Marta Sahagún compitiera por la presidencia.
Felipe Calderón ayudó a su hermana Luisa María para que se convirtiera en candidata al gobierno de Michoacán. Perdió la elección.
En Zacatecas los hermanos Monreal han sabido conservar el poder y ya está en fila Saúl para ser el tercero de la dinastía en llegar a la gubernatura.
Félix Salgado Macedonio está formado para llegar al gobierno de Guerrero, donde ahora despacha su hija Evelyn.
En San Luis Potosí la senadora ecologista Ruth González Silva, por su alta popularidad, estaría perfilada para relevar a su esposo gobernador Ricardo Gallardo.
Son algunos ejemplos en los poderes Ejecutivo y Legislativo, que involucran a los principales partidos.
El poder judicial tampoco se salva, ahí el problema del nepotismo se agudizó a tal punto que fue una de las razones que el pueblo encontró para pedir al constituyente que procediera a la renovación.
La actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, consciente de esta realidad, apuntaló la iniciativa de Andrés Manuel López Obrador para que el pueblo elija a sus juzgadores y propuso reforma constitucional para cerrarle el paso al nepotismo electoral, a partir del 2027, justo cuando Saúl aspiraría a suceder a su hermano David Monreal, Félix a su hija Evelyn Salgado y Ruth a su cónyuge.
Diputados y senadores decidieron modificar el año, aunque no todos quedaron complacidos con el ajuste, poner la entrada en vigor hasta el 2030.
Con lo que no contaban los interesados en el tema, en el caso particular de Morena, es que su dirigente nacional Luisa María Alcalde anunciara que para los guindas la medida aplicará desde las elecciones en Durango y Veracruz, programadas en este año.
Ganar la batalla contra el nepotismo no va a ser sencillo en ninguna de las fuerzas políticas.
¿Qué hará el partido si resulta que el familiar del gobernante en turno tiene amplia ventaja en las encuestas y garantiza el triunfo? ¿Se pondrá de candidato o candidata a quien corra el riesgo de perder el proceso?
También puede ser que quien tenga el control político y no es nominado, termine por convertirse en el poder tras el trono.
Por lo expuesto, la reforma legislativa no pone punto final al nepotismo, la realidad puede llegar a tener más peso.
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