Colosista, Morenista y Cetemista
Arturo Zárate Vite
Los identifica la pasión por la política, uno está dispuesto a morir siendo priísta, otro hacer política hasta la muerte y el tercero salió con los pies por delante de la Confederación de Trabajadores de México.
Samuel Palma, originario del estado de Morelos, actual diputado, fue parte del equipo de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial asesinado.
Siempre ha sido militante del PRI y piensa llevar puesta la camiseta tricolor hasta su muerte. No entra en sus planes la idea de cambiar de partido, por ninguna circunstancia, a pesar de que su organización atraviesa por una de sus peores crisis; abandono de distintos cuadros que al ver que el barco se está hundiendo, han optado por cambiar de bando.
Si a Colosio no le hubieran quitado la vida y hubiera ganado la elección presidencial, Palma seguramente se habría integrado al gabinete. No fue así y a la sombra de lo que se denominó “colosismo” empezó una carrera legislativa que ahora de nuevo lo tiene como diputado.
La posibilidad de que el hijo de Colosio, que tiene los mismos nombres, pueda también competir por la presidencia, en 2030, le agrada. Jamás se sumaría a su campaña porque pertenece a otro partido, sin embargo, si fuera postulado por una coalición en la que estuviera incluido el PRI, por supuesto que lo apoyaría. Solo en esas condiciones.
Samuel Palma es priísta y está resuelto a morir priísta.
Ricardo Monreal comenzó su carrera política en el PRI. Lo dejó cuando no lo hizo su candidato al gobierno de Zacatecas, a pesar de que las encuestas lo favorecían. Se pasó al PRD y con este partido gobernó su estado natal. Ahora milita en Morena donde ya perdió una competencia interna en busca de la candidatura presidencial. Su trayectoria es larga. Amplia experiencia de gobierno y legislativa. Cabeza del clan Monreal Ávila en Zacatecas. Su hermano David es el actual gobernador y quiere sucederlo Saúl. Ya se verá en el 2027 si los Monreal respetan el mandato de Morena contra el nepotismo.
Sobre si volverá a buscar la candidatura presidencial, su abundante bagaje político le indica que sus posibilidades son menores. Para lo que todavía le queda cuerda es para seguir haciendo política y no tiene la menor duda de que lo seguirá haciendo hasta su muerte, salvo que se lo impida alguna enfermedad, como alzheimer, que él mismo ha mencionado entre broma y serio.
Fidel Velázquez Sánchez ya está muerto, falleció a los 97 años de edad. Dedicó su vida al movimiento obrero. Terminó como quería terminar, siendo líder de la Confederación de Trabajadores de México. Y salió de la CTM como lo había anticipado, con los pies por delante.
Fue un personaje que dejó toda clase de lecciones. Longevo de familia. Nunca tuvo problemas con los triglicéridos ni con el colesterol. Hombre sano. No hay registro de que haya pasado larga temporada en el hospital. Comía de todo y bebía de todo, sin excesos.
Se llegó a propagar que se había tragado una espina de pescado y que esa espina le había perforado el estómago. No fue cierto. Su doctor de cabecera Héctor San Román recuerda que estuvo algunos días en el hospital por obstrucción intestinal, no por la inventada espina.
Y sobre los supuestos viajes a Suiza para reforzar su salud, los hizo, no con esa finalidad, sino para participar en congresos internacionales con agendas estrictamente obreras.
Sin duda, las historias de Samuel Palma, Ricardo Monreal y Fidel Velázquez confirman que la pasión por la política dura toda la vida.
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