Por: Gilberto Solorza
La comunidad internacional dio un paso histórico este 12 de septiembre de 2025 al aprobar la Declaración de Nueva York, que propone la creación de un Estado palestino independiente junto a Israel. El documento marca una hoja de ruta clara para avanzar hacia la paz, con hitos políticos y medidas concretas que buscan la estabilidad en la región y el fin de la violencia.


El anuncio, sin embargo, se produce en un contexto de creciente tensión, con Israel manteniendo una postura firme contra la formación de un Estado palestino y anunciando expansiones territoriales en Cisjordania que complican cualquier posibilidad de negociación.
La Declaración de Nueva York y la hoja de ruta hacia la paz
La Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de Nueva York con 142 votos a favor, 10 en contra —entre ellos Israel, Estados Unidos y Argentina— y 12 abstenciones. El texto exige un alto al fuego inmediato en Gaza, la liberación de los rehenes y el desarme de Hamas, excluyéndolo del gobierno de la Franja en favor de la Autoridad Palestina. Además, plantea pasos políticos concretos e irreversibles hacia una solución justa y duradera del conflicto y abre la puerta a una posible misión temporal de estabilización bajo mandato de la ONU.
La hoja de ruta detalla metas claras, incluyendo la creación de un Estado palestino soberano y democrático que coexista con Israel, así como la reunificación política bajo la Autoridad Palestina. También establece cronogramas, acuerdos de seguridad con respaldo internacional y mecanismos de seguimiento para asegurar el cumplimiento de los compromisos.
Los mediadores internacionales consideran que la Declaración ofrece un marco integral para evitar retrocesos y generar confianza entre las partes. Incluye recursos financieros y asistencia para la reconstrucción de Gaza y enfatiza la necesidad de cooperación regional para que las medidas políticas y de seguridad sean efectivas, reduciendo la posibilidad de nuevas confrontaciones.
Israel, principal opositor y acciones que elevan la tensión
Israel ha rechazado de manera enfática la Declaración de Nueva York. Hace pocos días, el primer ministro Benjamin Netanyahu visitó Ma’ale Adumim, el mayor asentamiento en Cisjordania, donde firmó un acuerdo para expandir el plan E1, que construirá más de 3,400 viviendas y conectará Jerusalén Este con el asentamiento, fragmentando el territorio palestino. Netanyahu defendió estas acciones como protección de la tierra, la herencia y la seguridad de Israel, y anticipó que la población local se duplicará en los próximos cinco años.
Además, Israel intensificó la tensión al bombardear Doha, capital de Qatar, donde se había prometido una reunión clave para negociar un cese al fuego entre palestinos e israelíes. El ataque provocó condenas internacionales y pone en riesgo cualquier intento de coordinación diplomática, dificultando los esfuerzos de mediadores y organismos internacionales.
Analistas destacan que la combinación de expansión de asentamientos y acciones militares fuera de Gaza evidencia la estrategia israelí de consolidar control territorial y mantener una postura intransigente frente a la hoja de ruta de la ONU. La situación genera incertidumbre sobre la viabilidad inmediata de un proceso de paz y subraya la fragilidad de los acuerdos internacionales frente a los intereses estratégicos de Israel.