Por: Fernando Dávila
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) atraviesa una crisis marcada por problemas de seguridad y paros estudiantiles. En medio de este escenario, más de 700 profesores firmaron una carta pública para exigir una “reflexión profunda y voluntad de cambio” ante lo que consideran una situación insostenible dentro de la institución.





El pronunciamiento, que circula desde inicios de semana, cuestiona las narrativas mediáticas que presentan a la universidad como una institución “bajo asedio”. Los académicos califican esa versión como “profundamente sesgada y preocupante”, pues desvía la atención de los verdaderos conflictos que enfrenta la comunidad universitaria.
El problema no es la protesta, sino la estructura
Los firmantes sostienen que la crisis actual no proviene de ataques externos, sino de fallas internas que han sido ignoradas durante años. Entre ellas destacan una estructura de gobierno “obsoleta y cerrada”, la precarización del profesorado de asignatura y la persistencia de la violencia de género.
También denuncian una “grave distorsión” en el discurso público al mezclar hechos criminales —como el asesinato de un estudiante en el CCH Sur— con las protestas legítimas de los alumnos. Según el texto, esa confusión busca “generar miedo y deslegitimar cualquier forma de protesta”.
Voces con historia en la crítica universitaria
“La confusión deliberada entre la violencia y la protesta estudiantil impide el análisis serio de las causas del malestar”, se lee en la carta, donde las firmas imprimen un peso político y simbólico relevante.
Entre los firmantes destacan Imanol Ordorika Sacristán, exlíder del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), y Elvira Concheiro Bórquez, investigadora de la UNAM y exsubsecretaria en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Su participación conecta el llamado a la transformación con las luchas históricas del movimiento universitario.
Los académicos cuestionan los discursos que exigen un “retorno al trabajo” y una defensa acrítica de la institucionalidad. Aseguran que muchos de esos llamados provienen de quienes históricamente han concentrado “privilegios, recursos y espacios de poder” dentro de la universidad.
Una transformación que no puede esperar
Para los profesores, creer que el regreso a la “normalidad” resolverá los conflictos es negar la raíz del problema. Esa supuesta normalidad, afirman, está atravesada por la precariedad laboral, la violencia de género y una estructura institucional que se resiste al cambio.
El documento concluye que la UNAM no necesita “llamados a la obediencia”, sino una reflexión profunda, plural y democrática que incluya a toda su comunidad para construir una universidad más justa, segura y representativa.