La cemita poblana es un platillo típico del estado de Puebla, México, que consiste en un pan blanco redondo, de tamaño mediano, un poco aplastado, con una corteza crujiente y decorada con ajonjolí.
El pan se elabora con harina de trigo, agua, leche, huevos, levadura, mantequilla y sal. La cemita se rellena con una gran variedad de ingredientes, como quesillo o queso fresco, aguacate, papaloquelite, chipotles o chiles jalapeños, cebolla y aceite de oliva. La cemita clásica, según Diana Kennedy, incluye cubitos de papa, pata de res o de puerco.
La cemita poblana tiene su origen en la época del Virreinato, cuando la ciudad de Puebla entregaba dos variedades de pan como tributo a la corona española.
El pan salado elaborado en Puebla se considera la versión original y se basa en un pan introducido por los franceses durante el período de la intervención francesa en México (1863-1867).
Con el tiempo, el pan evolucionó para adaptarse a los gustos mexicanos, especialmente en Puebla.
En el siglo XIX, las cemitas se preparaban en casa y se rellenaban con papa, frijol y nopal.
Actualmente, el relleno es una explosión de sabores, y se puede elegir entre diversas carnes frías, pechuga de pollo, pierna de cerdo, jamón, milanesa, o bien, combinarlas entre sí.
Además, la cemita debe llevar chile chipotle, quesillo y hojas de pápalo, que le dan un sabor único.
La preparación de la cemita poblana es un proceso artesanal que requiere habilidad y experiencia. El pan se hornea en un horno de leña para darle un sabor y una textura únicos.
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