Por: Fernando Dávila
En el mundo existe un «séptimo continente»: una gigantesca isla de basura flotante ubicada en el Océano Pacífico Norte, entre Japón y California, Estados Unidos.
Esta formación se debe a las corrientes oceánicas circulares, conocidas como giros oceánicos, que concentran los desechos en un punto específico.
El fenómeno fue descubierto en 1997 por el capitán Charles Moore, quien regresaba de una carrera náutica. Moore describió la extensión de la isla como impresionante, al punto de necesitar siete días para cruzarla. Según un estudio publicado en Nature, dos tercios de los objetos recolectados contenían inscripciones en japonés o chino, con inscripciones en hasta nueve idiomas diferentes. Algunos desechos más antiguos datan de finales de la década de 1970.
Se estima que esta «mancha de basura» tiene una extensión de aproximadamente 1,6 millones de kilómetros cuadrados, un área mayor que la de Francia, España y Alemania juntas. Su peso equivale al de 100 tiburones ballena y está compuesta por 1.8 billones de fragmentos de plástico y microplásticos, los cuales son tan erosionados que resultan invisibles para los satélites.
Los microplásticos provienen principalmente de desechos terrestres y equipos de pesca abandonados, como redes, cestas y jaulas. Estos materiales tóxicos se dispersan en el aire, el agua y hasta en los alimentos consumidos por los seres humanos. De hecho, se calcula que una persona ingiere, en promedio, alrededor de cinco gramos de plástico a la semana, equivalente al peso de una moneda de un peso mexicano.
Gran parte de esta contaminación proviene de Japón, China, Corea y Estados Unidos. Este desastre ecológico cobra la vida de miles de animales marinos cada año. Sin embargo, organizaciones ambientalistas han emprendido acciones para mitigar el problema. En 2019, lograron retirar más de 40 toneladas de residuos, aunque la isla continúa creciendo cada año.
Además de esta isla en el Pacífico Norte, se han identificado otras tres acumulaciones similares: en el Atlántico Norte (2009), el Océano Índico (2010) y el Pacífico Sur (2011). Estas formaciones son un síntoma claro de la grave crisis medioambiental que enfrenta el planeta.