Por: Giovanna Barrios Montero
El amor es un sentimiento hacia otra persona que nos hace felices y nos llena de energía. Generalmente, este sentimiento es recíproco. Con esto aclarado, volvamos a la pregunta inicial: ¿el amor debería doler?
Esta idea, en un principio, está basada en el concepto de amor romántico que nos han mostrado las películas, la música, los libros y las series. Ese amor «perfecto», con finales felices y protagonistas que siempre terminan juntos, es una idealización colectiva de lo que creemos que debería ser el amor. Sin embargo, esta visión no corresponde a la realidad.
La sex coach y psicóloga clínica Amor Antúnez señala: “Duele más en la medida en que las expectativas sean más irreales o rígidas”. Es decir, cuanto más idealizamos las relaciones, mayor es la probabilidad de que estas no cumplan nuestras expectativas, lo que genera dolor y frustración.
El escritor Ernest Hemingway también reflexionó sobre este tema al afirmar: “Lo más doloroso es perderse a uno mismo en el proceso de amar demasiado a alguien y olvidar que tú también eres especial”. Esto sucede cuando se desarrolla una dependencia emocional hacia la otra persona. Es importante recordar que el amor, en su definición más pura, no habla de necesidad. Cuando confundimos el amor con necesidad, este empieza a doler porque perdemos nuestra identidad y autonomía.
Desde el punto de vista bioquímico, existen razones que explican por qué el amor puede doler. Por ejemplo, al enamorarnos, nuestro cuerpo produce cortisol, la hormona del estrés. En casos extremos, esto puede derivar en el «síndrome del corazón roto», una afección cardíaca causada por un exceso de estrés o emociones intensas. Este aumento temporal del cortisol puede generar dolor en el corazón, pero desde un punto de vista fisiológico.
En conclusión, lo que realmente duele no es el amor, sino aquello que confundimos con amor. El amor no es necesidad, idealización ni manipulación. Es un sentimiento que, en ocasiones, escapa de nuestro control, incluso a nivel químico. Si bien es cierto que el cortisol puede causar dolores físicos temporales, el verdadero amor no debería causar dolor emocional. Lo que duele, al final, no es amor.