Francia y Reino Unido anuncian el reconocimiento de Palestina


Por: Gilberto Solorza

Francia se convertirá en el primer país del G7 en reconocer oficialmente al Estado de Palestina, según anunció el presidente Emmanuel Macron, quien confirmó que el acto se formalizará durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2025.

En paralelo, el Reino Unido ha anunciado que también reconocerá al Estado de Palestina en septiembre, aunque ha condicionado este paso a una serie de medidas que debe tomar Israel, entre ellas el cese de la ofensiva en Gaza, el restablecimiento de la ayuda humanitaria por parte de la ONU, el freno a nuevas anexiones en Cisjordania y un compromiso genuino con la solución de dos Estados.

Esta decisión, considerada histórica, responde —en palabras del mandatario— a la urgencia de poner fin a la guerra en Gaza, facilitar el ingreso de ayuda humanitaria, proteger a la población civil y reactivar el camino hacia la solución de dos Estados. El reconocimiento se produce en un contexto de creciente frustración internacional por la escalada del conflicto y ante la percepción de que las respuestas diplomáticas tradicionales han fracasado.

Este cambio en la postura británica y francesa, impulsado por la presión social interna y el creciente descontento internacional, marca un giro significativo en la política exterior respecto al conflicto israelí-palestino. A diferencia de anuncios anteriores cargados de ambigüedad diplomática, esta vez el reconocimiento aparece como una herramienta concreta de presión para frenar la ofensiva militar y reactivar el diálogo.

Pero ¿qué significa en realidad que un país reconozca a otro como Estado?

El reconocimiento estatal es un acto unilateral mediante el cual un país acepta la existencia jurídica y política de otro como sujeto pleno de derecho internacional. Este reconocimiento se basa en el cumplimiento de ciertos criterios: territorio definido, población permanente, un gobierno efectivo y la capacidad para entablar relaciones internacionales. No se trata de una formalidad, sino de un acto profundamente político que legitima al nuevo interlocutor y abre la puerta al establecimiento de relaciones diplomáticas plenas, como el intercambio de embajadores, la firma de tratados o la cooperación en distintas áreas.

En el caso palestino, el reconocimiento por parte de potencias como Francia y, potencialmente, el Reino Unido, implica un respaldo contundente a su derecho a la autodeterminación y a su aspiración de constituirse como Estado soberano dentro de las fronteras anteriores a 1967.

También representa un desafío directo a la narrativa israelí y a sus aliados, particularmente Estados Unidos, que han condicionado el reconocimiento al resultado de negociaciones bilaterales. Mientras tanto, la Autoridad Nacional Palestina ha recibido con entusiasmo estas decisiones, interpretándolas como un avance diplomático de gran valor simbólico y estratégico.

La comunidad internacional, sin embargo, sigue dividida. Mientras países árabes y latinoamericanos celebran el gesto como un acto de justicia histórica, Israel y Estados Unidos lo condenan abiertamente, argumentando que solo debilita las posibilidades de una solución negociada y otorga legitimidad a actores que aún no garantizan la paz.

Pese a ello, el reconocimiento por parte de un país con el peso político de Francia, y posiblemente del Reino Unido, envía una señal clara: la paciencia diplomática ante la falta de avances concretos se está agotando.

Aunque el efecto inmediato en el terreno puede ser limitado —la violencia persiste y las posturas siguen enfrentadas—, el impacto simbólico y político de estas decisiones es innegable. Refuerzan la vía de la solución de dos Estados, debilitan el aislamiento internacional de Palestina y marcan un precedente que podría animar a otras naciones a seguir el mismo camino. Frente a un conflicto estancado, el reconocimiento aparece hoy como un gesto con potencial para reconfigurar las dinámicas diplomáticas en Medio Oriente.

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