El Caribe bajo tensión militar


Por: Gilberto Solorza

El Caribe se convirtió en epicentro de una peligrosa escalada militar. En las últimas semanas, Estados Unidos destruyó al menos tres embarcaciones en aguas internacionales y dejó 14 muertos en operaciones que presentó como ofensivas contra “narcoterroristas venezolanos”. Venezuela, en respuesta, denunció agresiones injustificadas y acusó a la DEA de montar operaciones de falsa bandera para incriminar al país en el narcotráfico.

Las acciones militares estadounidenses encendieron las alarmas regionales. Con misiles lanzados contra barcos cargados de drogas, Washington justificó estas ofensivas como parte de su campaña antidrogas. Donald Trump declaró que seguirá destruyendo embarcaciones mientras persista el tráfico ilícito. Caracas sostiene que los ataques son ilegales, que violan la soberanía venezolana y que forman parte de un plan para preparar una intervención militar. En respuesta, desplegó maniobras militares en el Caribe, lo que incrementó la tensión en una región donde varios países, aunque cautos, ya comienzan a posicionarse frente al conflicto.

La controversia creció con las denuncias del presidente Nicolás Maduro y de altos funcionarios como Diosdado Cabello, quienes señalaron que la DEA organizó una operación de falsa bandera. Según Caracas, agentes estadounidenses coordinaron el transporte de cocaína en una lancha con cuatro venezolanos a bordo para incriminar al país. Los detenidos confesaron que la operación surgió de un montaje de la DEA para fabricar pruebas y vincular a Venezuela con el narcotráfico. En ese operativo, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana incautó 3,680 kilos de cocaína, teléfonos satelitales y combustible, y arrestó al supuesto operador Levi Enrique López Bati, acusado de colaborar con la agencia estadounidense.

Maduro advirtió que la estrategia busca generar un “falso positivo” que presente a Venezuela como un narcoestado y que abra la puerta a una agresión extranjera. La vicepresidenta Delcy Rodríguez reforzó esta línea, acusó a la DEA de ser “el mayor cartel de drogas del mundo” y afirmó que sus acusaciones carecen de sustento, pues ni siquiera los informes oficiales de la propia agencia colocan a Venezuela como actor central en el tráfico global de cocaína. Para Caracas, lo que existe es una campaña mediática para desprestigiar al gobierno y apropiarse de los recursos naturales del país.

La DEA respondió con dureza. Su director, Terry Cole, declaró a Fox News que Venezuela se transformó en un “estado narcoterrorista”, acusó al régimen de colaborar con guerrillas colombianas como las FARC y el ELN para enviar cocaína hacia carteles mexicanos y responsabilizó a Caracas de la droga que, según él, provoca miles de muertes en Estados Unidos. También aseguró que bandas criminales venezolanas exportan violencia hacia territorio estadounidense.

En este ambiente de recriminaciones cruzadas, la región observa con inquietud. Brasil, actor clave, se deslindó al insistir que no tomará partido y que su ejército solo se enfocará en proteger la frontera. El presidente Lula da Silva reiteró que Brasil “seguirá del lado de la paz”, mientras otras naciones caribeñas aún evalúan el peso de involucrarse en un conflicto que puede alterar el equilibrio regional. La comunidad internacional permanece expectante, consciente de que cualquier error de cálculo puede transformar la disputa en un choque abierto con consecuencias impredecibles para todo el Caribe.

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