Modus operandi…
“Y hoy que quiero dejarla de amar/ no responden las fuerzas de mi alma…” José Alfredo Jiménez
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Ataviada en gris como su humor. Patética expresión para desmantelar la versión básica y construir la propia. Pero…
La verdad es la verdad. Ahí, en el yermo terreno del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, comenzó la operación limpieza.
Y el fiscal Alejandro Gertz invitó a periodistas y se apersonaron influencers y youtubers, la barra mercenaria de las mañaneras, a visitar ese sitio donde ya no estaban zapatos y ropas, mucho menos restos humanos, huesos calcinados. El tour del show montado fue el jueves 14 de marzo, es decir, la semana pasada
Nada, nada, señoras y señores.
Justo lo que el gobierno de la 4T pretende heredar a la historia del desgobierno y la barbarie: las manos limpias y con la mirada fija en el pasado, en los villanos favoritos de la 4T, o sea, Felipe Calderón y Genaro García Luna, clientes del licenciado Andrés Manuel López Obrador.
Y no se metan con el Duce. ¡Déjenlo en paz!, clama la Princesa Caramelo, por supuesto, su jefe, maestro y guía.
Le recuerdo cómo estalló el pasado viernes 14 de marzo. Como acto de fe, chingao. Lea usted, refrésquese la memoria:
“Ayer vi que “narcopresidente AMLO”, ¡ya déjenlo en paz! Todo otra vez contra el presidente López Obrador, cuando quien tenía resguardado el predio era la fiscalía estatal”, puntualizó la ingeniera presidenta y, ¡qué barbaridad!, abrió el librito en el capítulo harto conocido:
“Ya se les olvidó García Luna, ya se les olvidó la guerra contra el narco, ya se les olvidó Felipe Calderón. El único detenido de un gobierno, funcionario público, es García Luna”, enfatizó encabronada.
Pero ¿qué diablos tienen que ver Felipe y Genaro con el llamado campo de exterminio en que el crimen organizado convirtió al rancho de marras?
Además, dígame usted, ¿por qué la insistencia presidencial por lavarse la cara frente a una de tantas barbaridades que ha cometido el crimen organizado? Veamos.
La captura de José Gregorio Lastra Hermida, conocido como “El Lastra”, “comandante Lastra”, cuyo jefe es Gonzalo Mendoza “El sapo”, es evidencia de que Andrés Manuel López Obrador fue el operador de esa hazaña que permitió al crimen organizado hacerse del control territorial e incluso del proceso electoral que tuvo su momento estelar en junio de 2021.
Y lo dice el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, Omar García Harfuch:
“De acuerdo con la información obtenida, esta persona identificada como “comandante Lastra” era responsable del reclutamiento para el Cártel Jalisco Nueva Generación y tenía a su cargo el centro de adiestramiento ubicado en el rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán, Jalisco.
“Se le vincula con el reclutamiento de personas para la organización delictiva durante el periodo de mayo del 2024 a inicios de marzo del 2025 (…).
“El entrenamiento tenía aproximadamente un mes de duración, tiempo en el que permanecían incomunicados. Dependiendo de las aptitudes, a los reclutas se les otorgaba un puesto dentro de la organización y, asimismo, eran asignados a distintas entidades para incrementar el estado de fuerza de la organización delictiva.
“De acuerdo con el testimonio del detenido, llegaron a privar de la vida a personas que se resistían a recibir el adiestramiento o, bien, intentaban escapar del lugar, así como golpearlos y someterlos a algún tipo de tortura”.
Es la explicación de García Harfuch e ilustra lo conocido. Sí, aquel rancho fue sometido a la operación limpieza. ¿Qué encontraron periodistas y mercenarios, youtubers e influencers? Nada que sustente la primera versión que aludió a un campo de exterminio.
Además, estos “periodistas” afines y al servicio de la 4T cumplieron con su encomienda, pero la resultante no ayuda, no atiende a las interrogantes que el ciudadano tiene.
¿Cómo el campo de Auschwitz? ¿La solución final? Hágame usted el cabrón favor con estos mercenarios que esperaban encontrar hornos como aquel aberrante campo usado por los nazis para exterminar a una raza.
Hay hornos artesanales, hoyos en el terreno con fondo de piedra o ladrillos que guardan calores extremos. Pero…
–La verdad. Me interesa mucho que quienes nos escuchan, quienes nos ven, oigan sus… qué vieron ahí, sus relatos –pidió la ingeniera presidenta a integrantes de la primera fila en la mañanera de ayer lunes.
–Tú estuviste ahí en el… ¿Por qué no, antes de hablar de…? Bueno, ¿qué vieron ahí? ¿Por qué no nos vuelves a platicar qué viste tú ahí en este lugar? –pidió a un atildado y bien entrenado mercenario.
—Desorden –respondió el muchachón–, por parte de los protocolos. Nadie, absolutamente nadie tenía un liderazgo de algún elemento para poder guiarse. Habían banderines que decían “evidencias, no tocar”, y todo el mundo pasaba sin ningún tipo de problema. Un desaseo por parte de las autoridades a la hora del ingreso. Como le mencionaba, justamente, esta…
—Pero en el lugar, ¿qué había en el lugar? –insistió la Princesa Caramelo.
–No mucho. No se encontraron, por ejemplo, estas prendas y zapatos, tengo entendido que por la adquisición de evidencia de parte de la Fiscalía, no había mucho, Presidenta, estaba vacío –atendió el domesticado personaje en funciones dizque periodista.
— A ver, vamos a escuchar a más y ahora contestamos todas juntas, si les parece –dio pauta la ingeniera presidenta y por ahí aparecieron estos personajes harto conocidos por el papel que juegan en la mañanera desde los días estelares del licenciado Andrés Manuel.
¡Recórcholis, Chucho Ramírez!
La Princesa Caramelo se cura en salud, dice que “tiene que salir la verdad, porque no solo es un asunto de quien usa todo esto para fabricar verdades, sino que el pueblo de México tiene que saber la verdad de qué hay en ese rancho (…)”.
—Y sobre el predio, ¿qué sabemos? –pregunta la ingeniera Sheinbaum Pardo.
—Sobre el predio. Sobre el rancho Izaguirre, también tenemos confirmado que era un centro de adiestramiento (…) no hay un indicio que haya sido un “campo de exterminio”, como lo mencionaron, sino un centro de adiestramiento –responde García Harfuch.
¿En serio, Omar?
Raúl Servín, integrante del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, quien denunció la existencia del campo de exterminio en aquel rancho, dijo a Carlos Loret que ésta “(en esta) Guerra de palabras, claro que ellos van a estar en su postura de que no es un rancho de exterminio, pero, para nosotros, literal sí lo fue”.
–¿Cree que estamos frente a un conflicto de definiciones? Es decir que, a una misma cosa, ¿ustedes le están llamando de una manera y el gobierno le está llamando de otra manera? –preguntó Loret.
–Sí, a los mejor lamentablemente, no sé si nosotros seamos ignorantes y no sabemos definir una cosa con otra. No se vale que le quiten la vida de esa manera a estas personas. Que le pongan la palabra que ellos gusten o el adjetivo –atendió Servín.
Y Elia Cervantes, integrante del colectivo Familias Unidas por Nayarit, puntualizó:
“No hay nada de trabajos, es una burla para nosotras las víctimas, no saben el dolor que una madre, una esposa o una hija trae por su familiar desaparecido y que te vengan a dar un tour como si fuera un museo o la locación de una película, nos sentimos ofendidas, esto se convirtió en un teatro, es una burla y una simulación”.
¡Caray! La preocupación de Claudia Sheinbaum es sacudirse cualquier responsabilidad con los exterminadores. No quiere que Teuchitlán sea su Ayotzinapa o Aguas Blancas o Acteal. Por eso las prisas, por eso.
¿Y qué de la tragedia de la L12 del Metro y del Colegio Rébsamen? La historia no perdona, Princesa Caramelo. ¿A poco no, Drakko? Digo.
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