El monstruo llega… pero no a todos los cines


Por: Fernando Dávila

Guillermo del Toro está listo para liberar a su criatura el próximo 23 de octubre en la pantalla grande. Sin embargo, la experiencia no será para todos.

Su nueva película, Frankenstein, ha desatado un intenso debate entre cinéfilos debido a su particular modelo de distribución: Netflix, propietaria del filme, limitará su estreno a salas culturales e independientes, dejando fuera a cadenas como Cinépolis y Cinemex.

En la Ciudad de México se proyectará en 15 recintos, entre ellos la Cineteca Nacional, Cinedot y el Autocinema. En el Estado de México habrá 12 salas disponibles, mientras que a nivel nacional llegará a 28 estados, con la excepción de Quintana Roo, Baja California Sur, Campeche y Durango.

Frustración entre los espectadores

La noticia generó una ola de molestia en redes sociales. Cientos de usuarios expresaron su enojo por la falta de opciones. “No voy a conducir más de tres horas para verla cuando tengo un montón de cines cerca”, escribió un habitante de Quintana Roo.

Este sentimiento refleja una tensión constante entre las plataformas de streaming y la experiencia tradicional del cine. Para muchos, la estrategia de Netflix no sólo limita el acceso, sino que reduce el valor de ver una película en pantalla grande.

Una estrategia que divide

El estreno limitado no es casualidad. Netflix suele usar estas funciones especiales como “gancho promocional” antes de lanzar la película en su plataforma, en este caso, el 7 de noviembre. Sin embargo, la proyección en cines cumple también un propósito clave: es un requisito para competir en los Premios Oscar.

“Necesitan proyectarla en salas no franquiciadas para ser elegibles”, explicó un usuario en redes, aludiendo a las reglas de la Academia.

La historia hecha para el cine

Más allá del debate, quienes la vieron en festivales como Venecia aseguran que Frankenstein es una obra visual impresionante, pensada para disfrutarse en la oscuridad de una sala de cine.

Jacob Elordi interpreta a la criatura en una versión más emotiva que aterradora, fiel al estilo de Del Toro, quien mezcla la belleza del monstruo con una reflexión sobre la humanidad. Al final, la decisión queda en manos del público: hacer el viaje para vivir la experiencia cinematográfica o esperar unas semanas para verla en casa.

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