Por: Gilberto Solorza
Las criptomonedas han sido promovidas en América Latina como una alternativa para combatir la inflación y la falta de acceso al sistema bancario.
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Sin embargo, la experiencia de Argentina y El Salvador demuestra que su adopción a nivel gubernamental no siempre se traduce en beneficios económicos para la población.
En Argentina, el presidente Javier Milei generó controversia tras promocionar la criptomoneda $Libra en redes sociales. Poco después, su valor cayó drásticamente, ocasionando pérdidas estimadas en 4,000 millones de dólares para aproximadamente 40,000 inversores. Este episodio avivó las críticas sobre la falta de regulación en el mercado de criptomonedas y los riesgos especulativos a los que están expuestos los ciudadanos.
El caso de El Salvador también ofrece un antecedente relevante. En 2021, el presidente Nayib Bukele impulsó la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal, argumentando que fortalecería la economía y reduciría los costos de las remesas. No obstante, la respuesta popular fue limitada: apenas el 21% de la población utilizó Bitcoin y solo el 3% lo hizo de forma recurrente. La falta de confianza en la criptomoneda y la ausencia de una infraestructura adecuada para su implementación masiva llevaron a que, en enero de 2025, el Parlamento eliminara su condición de moneda legal.
Ambos casos evidencian los desafíos de adoptar criptomonedas en economías con alta volatilidad. Aunque estas prometen descentralización y autonomía financiera, dependen de la confianza del mercado. En países donde la inflación y la desconfianza en las instituciones financieras son altas, la falta de regulaciones claras y educación financiera obstaculiza su éxito. Además, la carencia de infraestructura tecnológica adecuada y el predominio del efectivo siguen siendo barreras importantes.
Actualmente, la Oficina Anticorrupción de Argentina investiga a Milei por su promoción de $Libra, lo que refuerza la necesidad de una mayor regulación en el mercado de criptomonedas para proteger a los inversores. La experiencia en Argentina y El Salvador deja una lección clara: sin educación financiera, supervisión efectiva y confianza del público, la adopción de criptomonedas a gran escala seguirá siendo un desafío en América Latina.