Por: Gilberto Solorza
A finales del mes pasado se hizo público el fallecimiento de Erick Torbellín, un cadete de 13 años que perdió la vida en “circunstancias inciertas” durante un campamento en Cuautla, Morelos, organizado por la Academia Militarizada Ollin Cuauhtémoc.




El caso ha motivado a su madre, Erika Torbellín, así como a otras madres de familia, a manifestarse en contra de la inseguridad a la que está expuesto el estudiantado —inseguridad que culminó con la muerte de Erick—, así como a señalar irregularidades en el proceso forense.
¿El resultado? Una serie de denuncias por abuso, maltrato, falsificación de documentos y hasta portación ilícita de armas.
“Destapamos una cloaca más profunda de lo que creímos. El lamentable fallecimiento de Erick fue solo el inicio de todo”, declaró la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega durante una conferencia de prensa, en la que estuvo acompañada por las madres que han alzado la voz.
Desde la detención de dos presuntos responsables —Angélica “N”, instructora, y Juan Carlos “N”, director de la Academia—, las madres han denunciado haber recibido amenazas directas por parte del equipo de la institución, incluyendo al abogado Gerardo Quiroz. Incluso se ha registrado un caso en el que estudiantes de la misma Academia amenazaron a una menor de edad con “el mismo destino que Erick”.
Además, se descubrió que el plantel, ubicado en la colonia Santa María la Ribera, operaba sin un programa de protección civil, motivo por el cual fue clausurado. Sin embargo, los directivos han continuado las clases en línea, como durante la pandemia.
El caso cobró nueva relevancia al conocerse que la Academia intentó encubrir el fallecimiento como consecuencia de un “ataque de asma”. No obstante, la necropsia reveló la presencia de fuertes golpes en la zona abdominal, lo que provocó el colapso de los órganos internos del menor.
Las irregularidades no terminan ahí. Tras presentarse denuncias ante la Secretaría de Educación Pública (SEP), se descubrió que, a pesar de contar con un registro oficial, muchas de las cédulas escolares utilizadas por la Academia eran falsas. Esto implica que, sin conocerse con exactitud cuántos, numerosos estudiantes —desde nivel preescolar hasta secundaria— podrían no contar con un registro oficial ante la SEP, ni con títulos que acrediten su nivel educativo.
Por si fuera poco, una de las madres presentes en la conferencia denunció que estudiantes de tercer grado de secundaria estaban siendo adiestrados en el uso de armas de fuego reales, como si se tratara de “niños sicarios”.
Tampoco descartó un pensamiento de corte sectario al compartir una oración que se obligaba a recitar a los cadetes antes de comer:
«A usted, mi excelentísimo cadete de tercer año que presenta ésta, procedo a tomar mis alimentos que la nación me ofrece, aún sin merecerlo, ya que soy un vil, asqueroso y repugnante potro que se arrastra cual boa ante el altar de los dioses, que no tiene derecho a nada: ni al aire que respira, ni a la luz solar, y mucho menos a la luz eléctrica que es pagada por el sacrificio del pueblo mexicano. Por mi culpa, por mi culpa, por mi rechingada culpa. Por eso ruego a mis cadetes antiguos que me rechinguen hasta desear sentarme y pedir mi pan o hacer un potro de fibra. Amén.”
Como si se tratara de una mala broma, la madre de Erick también confirmó que la Academia le intentó cobrar la colegiatura correspondiente al mes de mayo, a pesar de que las instalaciones ya habían sido clausuradas y la institución se encuentra bajo investigación.
La alcaldesa ha confirmado que ya se están llevando a cabo los debidos procedimientos de denuncia, investigación y enjuiciamiento, con el objetivo de obtener justicia.