Por: Isabella Lopeznájera
En 2025, la ausencia de bolsas plásticas en tiendas y supermercados ya no sorprende a nadie. Lo que comenzó como una medida incómoda se ha convertido en parte de nuestra rutina, pero pocos conocen la historia detrás de este cambio que transformó por completo nuestros hábitos de consumo.
Un invento con consecuencias no planeadas
Las bolsas plásticas, creadas en los años 60 como alternativa al papel, se convirtieron en víctimas de su propio éxito. Su practicidad las hizo omnipresentes: en los 90, se producían hasta un billón anuales a nivel global. Pero su vida útil promedio de 15 minutos contrastaba dramáticamente con los 400 años que tardan en degradarse. El punto de inflexión llegó cuando imágenes de tortugas marinas asfixiadas por plástico dieron la vuelta al mundo, desatando un movimiento global.
Bangladesh: El primer país en decir «no»
En 2002, este país asiático hizo historia al implementar la primera prohibición total después de descubrir que las bolsas obstruían drenajes y empeoraban las inundaciones. Europa siguió el ejemplo, con Irlanda implementando en 2002 un impuesto que redujo el uso en un 90%. Estos casos demostraron que el cambio era posible.
La bolsa de tela: De solución ecológica a icono cultural
Lo que comenzó como alternativa funcional ha evolucionado hasta convertirse en:
- Un accesorio de moda con diseños personalizados
- Un símbolo de conciencia ambiental
- Un lienzo para expresiones artísticas y mensajes sociales
El lado B de las bolsas reutilizables
Expertos advierten que estas bolsas solo son ecológicas si se usan repetidamente (al menos 50 veces según estudios). El hiperconsumo de bolsas «ecológicas» podría generar otro problema: tener docenas acumuladas en casa sin usar. La verdadera sostenibilidad, señalan, está en usar lo que ya tenemos hasta el final de su vida útil.