Se acerca la conmemoración de la Hora del Planeta 2024

Mañana, el 23 de marzo, marca el decimoséptimo año de «La Hora del Planeta», una iniciativa arraigada en la conciencia global sobre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Respaldada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), esta campaña insta a millones a apagar las luces durante una hora, un acto simbólico, aunque vital en un mundo enfrentado a desafíos medioambientales monumentales.

A pesar de su significado simbólico, esta acción apenas rasca la superficie de los desafíos que enfrentamos. Además del evidente impacto del consumo de energía en el medio ambiente, hay una preocupación menos divulgada pero igualmente crucial: la contaminación lumínica.

La contaminación lumínica, definida por el Servicio Geológico Mexicano como el exceso, mal direccionamiento o innecesaria emisión de luz artificial hacia el cielo nocturno, tiene consecuencias significativas para nuestro entorno. Este fenómeno, alimentado por la llamada «luz antropogénica», afecta a la mayoría de las especies y ecosistemas, especialmente en entornos urbanos densamente poblados.

De acuerdo con estudios recientes de la Universidad de Gävle y el Instituto de Ecología de los Países Bajos, la contaminación lumínica es más prominente en las ciudades, donde la dispersión de la luz artificial se convierte en un espectáculo observable incluso desde la altura de un avión. Para abordar este desafío, expertos como Juan Carlos Laso, CEO del Grupo Construlita, destacan la importancia de la planificación urbana y la infraestructura luminaria eficiente.

Sin embargo, ¿cómo afecta realmente la contaminación lumínica a la biodiversidad? En el contexto mexicano, los impactos son significativos y multifacéticos. Desde la alteración de patrones migratorios en aves hasta el desvío de las tortugas marinas recién nacidas de su ruta hacia el mar, la luz artificial interrumpe los procesos naturales cruciales para numerosas especies, tanto terrestres como marinas.

En términos botánicos, la exposición a la luz artificial durante la noche puede interferir con los ciclos de crecimiento de las plantas y, en última instancia, desencadenar efectos en cascada en los ecosistemas.

Para abordar este desafío, se requieren medidas concretas y efectivas. Las recomendaciones de Juan Carlos Laso incluyen legislación específica que limite los niveles de iluminación exterior, promoción de tecnologías de iluminación adecuadas y fomento de la investigación y el desarrollo en este campo. Además, se destaca la importancia de programas de certificación que reconozcan y celebren los esfuerzos de aquellos que trabajan para combatir la contaminación lumínica.


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