Por: Gilberto Solorza
En la víspera de la nueva entrega de la saga de Jurassic Park, un hallazgo real ha capturado la atención de la comunidad científica y del público: Khankhuuluu mongoliensis, una nueva especie de dinosaurio terópodo identificada en 2025, podría ser la clave para comprender el origen y la expansión de los legendarios tiranosaurios.


Con restos descubiertos en Mongolia hace más de 50 años, este depredador ágil y de tamaño mediano representa un eslabón evolutivo hasta ahora desconocido entre los primeros tiranosauroideos y los colosales carnívoros como Tyrannosaurus rex.
El fósil, que permaneció sin clasificar desde su excavación en la Formación Bayanshiree entre 1972 y 1973, fue recientemente reanalizado con tecnologías modernas de escaneo digital y modelado 3D, lo que permitió a los paleontólogos distinguir a Khankhuuluu mongoliensis como una especie única. Su nombre, que significa “Príncipe Dragón de Mongolia”, rinde homenaje tanto a su linaje como a la región que lo preservó durante millones de años.
Este dinosaurio, que vivió hace aproximadamente 86 millones de años durante el Cretácico tardío, medía alrededor de cuatro metros y pesaba unos 750 kilogramos. Presentaba un cráneo alargado, mandíbulas repletas de dientes afilados, ojos grandes y un hocico delgado, características que sugieren un estilo de caza basado en la velocidad y precisión, muy distinto del estilo de emboscada de sus parientes más famosos.
Más allá de su morfología, Khankhuuluu aporta evidencia crítica sobre la migración y diversificación de los tiranosaurios. El nuevo estudio indica que estos depredadores gigantes tuvieron su origen en Asia, desde donde migraron a América del Norte y, posteriormente, algunas líneas retornaron al continente asiático, dando lugar a formas como Alioramus y Tarbosaurus.
Según el artículo publicado en Nature Paleobiology, los investigadores destacan que Khankhuuluu presenta una combinación única de rasgos primitivos y avanzados que lo sitúan justo en el punto de transición entre los tiranosauroideos más antiguos y los grandes depredadores que dominaron el hemisferio norte. El estudio señala que este descubrimiento representa “una pieza clave para comprender la evolución y dispersión temprana del linaje de los tiranosaurios”.