Por: Gilberto Solorza
Con apenas 37 años y una boina militar como emblema, Ibrahim Traoré se ha convertido en una de las figuras más influyentes, polémicas y simbólicas de la política africana actual.



Capitán del ejército y presidente interino de Burkina Faso desde octubre de 2022, Traoré lidera una cruzada política y militar que ha removido los cimientos del orden regional, confrontando directamente a las potencias occidentales y abrazando un discurso pan-africanista inspirado en Thomas Sankara.
Un ascenso fulgurante en medio del caos
Nacido el 14 de marzo de 1988 en Kéra, Traoré estudió geología en la Universidad Joseph Ki-Zerbo de Uagadugú antes de ingresar al ejército en 2010. Su carrera militar fue meteórica: tras participar en operaciones clave contra grupos yihadistas como “Otapuanu” en 2019, fue nombrado jefe del regimiento de artillería en Kaya en 2022.
El 30 de septiembre de ese mismo año, encabezó un golpe de Estado que destituyó al entonces presidente interino Paul-Henri Sandaogo Damiba, acusándolo de ineptitud frente al avance del terrorismo que hoy domina cerca del 40% del territorio nacional.
Traoré asumió oficialmente el poder el 6 de octubre como líder del Movimiento Patriótico para la Salvaguardia y Restauración (MPSR), sin respaldo de ningún partido político tradicional.
Desde su llegada al poder, Traoré ha promovido una agenda abiertamente antiimperialista. Ha expulsado tropas francesas, rechazado préstamos del Fondo Monetario Internacional —a los que califica de “esclavitud moderna”— y denunciado el franco CFA como símbolo de dependencia económica.
Su discurso se basa en una crítica frontal al legado colonial y a la injerencia neocolonial de Francia y Estados Unidos. En varias ocasiones, ha acusado al presidente Emmanuel Macron de emitir declaraciones “insultantes” hacia África y ha exigido el fin de los acuerdos de defensa firmados tras la independencia. No obstante, ha insistido en que su rechazo es hacia las políticas del Estado francés, no hacia su pueblo.
En su lugar, Traoré ha buscado nuevas alianzas con actores no occidentales como Rusia, con la intención de reforzar la soberanía política y militar de Burkina Faso.
La “nueva África”
Uno de sus principales logros diplomáticos ha sido la creación de la Alianza de Estados del Sahel, junto a los gobiernos militares de Mali y Níger. Este bloque busca enfrentar tanto al terrorismo yihadista como a la injerencia extranjera, y ha sido interpretado como una ruptura abierta con el orden geopolítico que ha dominado África Occidental desde la Guerra Fría.
Traoré cuenta con un sólido apoyo entre los jóvenes, sectores nacionalistas y movimientos panafricanistas tanto dentro como fuera del país. Su imagen como “nuevo Sankara” ha generado movilizaciones de solidaridad desde otros países africanos y en la diáspora.
Sin embargo, su gobierno también ha sido blanco de fuertes críticas internacionales. Diversas ONG y gobiernos occidentales lo acusan de autoritarismo, opacidad y represión. La inestabilidad interna también persiste: en abril de 2025, su gobierno anunció haber desactivado un intento de golpe de Estado que involucraba a militares disidentes y líderes terroristas.
Cuando asumió el poder, Traoré prometió organizar elecciones democráticas para julio de 2024. Hasta ahora no hay información clara sobre si estas se han llevado a cabo o si han sido pospuestas indefinidamente, alimentando la preocupación sobre una posible perpetuación del régimen militar.
A pesar de los desafíos, Traoré se ha consolidado como un símbolo de resistencia y autodeterminación. Su liderazgo no solo ha reconfigurado el mapa político del Sahel, sino que ha encendido un debate continental sobre soberanía, juventud y la necesidad de repensar las relaciones de África con el mundo.
Para algunos, es un libertador moderno. Para otros, un líder autoritario con discurso seductor. Lo cierto es que, en un continente sacudido por crisis políticas y desigualdades estructurales, Ibrahim Traoré se ha abierto paso y merecido su apodo de “el hombre más importante de la África actual”.