25% de arancel y una canción desesperada
Eduardo Meraz
Sin tratar de dar los discursos más tristes de mucho tiempo y aunque suene a canción desesperada, México enfrentará en el siguiente cuatrienio medidas de su principal socio comercial que harán titiritar los moditos cuatroteístas, que no siempre son del agrado del “Tío Donald” Trump y le resultan inverosímiles.
Pensado y materializado en los tiempos y con los funcionarios del aborrecido neoliberalismo el tratado de libre comercio con Canadá, Estados Unidos y México está estrellado, como consecuencia de las actas ejecutivas del recién nombrado presidente estadounidense, por lo cual el gobierno de Claudia Sheinbaum debe estar mascullando: pensar que no lo tengo -el T-MEC-, sentir que lo he perdido.
Y con ello, los sueños guajiros del Plan México. Así, en los próximos días, semanas, meses y, seguramente año, el cuatroteísmo transformador oirá la noche inmensa, más inmensa sin los apapachos de su principal socio, al cual el ex mandatario totalmente palaciego quiso engañar, sin percibir el “we back”.
La imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas -también les tocará su respectiva ración a Canadá y China-, más allá del costo a los consumidores estadounidenses, para México representa perder la condición privilegiada de la vecindad y de haber echado a perder las ventajas de la relocalización.
El derroche de recursos y la rampante corrupción registrados durante la instauración del primer piso transformador hoy son una de las principales limitantes para llevar a cabo una reforma fiscal imaginativa, encaminada a hacer frente a las rebajas impositivas previstas por el gobierno trumpista y que deja a México con pocas posibilidades de atraer inversiones.
Las obligaciones financieras para hacer frente a la gran deuda dejada por el presidente mexicano sin nombre y sin palabra, son tan castrantes como las vallas que rodean Palacio Nacional, al impedir capacidad de negociación y empatía con sus socios comerciales y poder aspirar a un desarrollo económico compartido.
El bastón de mando resulta un adminículo poco eficaz no sólo para enfrentar los males internos y externos, sino ni siquiera para una defensa honorabler. Bien podría recitar con Pablo Neruda: “Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido”, verso aplicable al nearshoring, al T-MEC, al Plan México y a un gobierno confiable.
Los 53 mil millones de pesos incautados al crimen organizado, los más de 130 narco laboratorios destruidos, los 10 mil delincuentes detenidos, no han servido gran cosa para cambiar la percepción de violencia, inseguridad e impunidad entre los mexicanos y menos con el nuevo habitante de la Casa Blanca.
Parafraseando al poeta chileno, la presidenta Claudia Sheinbaum al referirse a la necesaria confianza de gobernados y homólogos, expresaría: “Qué importa que mi ‘plan’ no pudiera convencerlos. El ‘T-MEC’ está estrellado y ‘Trump’ no está conmigo”.
Ante la andanada contra México, primero con deportaciones y a partir del 1 de febrero con elevados aranceles a sus productos al momento de entrar al mercado norteamericano, no motiva esperanza de un futuro de bienestar, porque después de los efectos de la “oleada nacionalista” del presidente Donald Trump, son pocas y nada fortificadas las defensas mexicanas.
El mal denominado “mexican moment” de la segunda década del siglo 21, parece desvanecerse, porque en años como estos lo tuvimos entre nuestros brazos y lamentaremos haberlo perdido, porque al final -como diría Neruda- “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, aunque suene a canción desesperada.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Si la reforma judicial y todo el proceso para la elección de ministros, magistrados y jueces ha estado plagado de irregularidades, desacatos, ofensas ¿podremos confiar en la integridad, entereza, conocimiento e imparcialidad en quienes resulten elegidos?
@Edumermo