Ensoñación
Eduardo Meraz
Y cuando despertó, después de 100 días de ensoñación palaciega, la cruenta y cruda realidad seguía ahí: con decenas de asesinatos cada día, feminicidios, violencia, consumo de estupefacientes, cobro de piso, extorsión y corrupción, en tanto la falta de medicamentos persiste, educación sin calidad, servicios públicos de cuarta y obras emblemáticas carísimas y con pérdidas de por vida. Un centenar de días en que además del cúmulo de adversidades internas, se suman los amagos del futuro mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, y muestran a un gobierno con más regulares que buenas intenciones, pero impreparado para actuar con prontitud y atingencia.
Mientras en Palacio Nacional sus pobladores gozan de paz y tranquilidad en suntuosas oficinas, miles y miles de mexicanos allende el Río Bravo, sin necesidad de tener a la mano un botón, ya se encuentra en pánico ante la posibilidad de ser deportados y enfrentar condiciones seguramente más adversas a las existentes cuando decidieron abandonar sus hogares.
El retorno sin gloria que se cierne sobre miles de compatriotas contrasta con el optimismo oficial, cuya ilusa seguridad de los funcionarios seguros de sus quincenas, es gritar a los cuatro vientos que tienen todo bajo control. Quimera de quienes siguen gobernando desde el escritorio y no en el territorio, donde la vida es menos sabrosa.
Los chistoretes y juego de palabras palaciegas en poco contribuyen a los deportados para encontrar empleo. El bajo crecimiento de la economía, no obstante, el supuesto finiquito de las obras fastuosas de la administración anterior puede convertirse en estancamiento o recesión si los inversionistas siguen reacios a traer su dinero, ante la incertidumbre jurídica.
En lo que va del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum se ha hecho más notorio El ADN ocurrente del oficialismo, aunque es notoria su falta de chispa, incluso cuando replica la versión original. Tendencia con la cual se pretende ocultar la falta de respuestas ciertas y eficaces para resolver las necesidades más sentidas de la población.
La principal virtud del cuatroteísmo ha consistido en entregar dádivas a prácticamente todo mundo, con el propósito de evitar se consolide la sana distancia entre gobernantes y gobernados. Sin embargo, estos momentos de alegría estacional tienen límites y no son para siempre, por lo cual presumir la popularidad presidencial es aproximarse al final de una borrachera, donde son posibles tener los lujos de andar arrastrando la cobija y enlodando el apellido.
Y este fin de la ensoñación y la ficticia alegría ya empieza a mostrar los signos de la resaca pues cada vez es más evidente la falta de acuerdos entre los distintos grupos del oficialismo, en muchas áreas dejan la impresión de esa falta de claridad en el rumbo a seguir. De ahí los cada vez más frecuentes rumores de cambios en el gabinete y en el poder legislativo.
La casi inminente salida del “señor de los dineros”, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, es la muestra más clara de las diferencias entre despilfarradores y sensatos. La experiencia del anterior gobierno austero, que terminó endeudando al país con seis billones de pesos más, es el pecado capital que no quiere repetir el titular de las finanzas públicas.
El valor por la multiplicación de los programas sociales es equivalente al monto de deuda interna autorizada por los diputados para 2025. El desafío no radica en incorporar más personas a los apoyos, sino que entregarlos implicará para los beneficiarios tener que responder -pagar- una parte importante de esa deuda, vía mayores tributos.
Que 100 días no es nada, que febril la mirada que busca y no encuentra el paraíso prometido, sino cientos de demonios o aluxes, provenientes del norte o del sureste.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Falta conocer el contenido del Plan México, que se presentará el próximo 13 de enero, pero por las formas y los mecanismos utilizados, se vuelve tan parecido al Pacto por México de Peña Nieto: la diferencia más visible, es la sede: Los Pinos y Palacio Nacional.
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