Arrimones
Por Eduardo Meraz
Mientras en el ámbito internacional, los conflictos armados amenazan la estabilidad internacional y generan zozobra, en México, el “dulce encanto del presupuesto” tiene a todo mundo dándose arrimones, no siempre cariñosos, pues es evidente la incompatibilidad entre la visión hacendaria de ser consistente y responsable, con la de legisladores para quienes se requiere una cirugía mayor.
Es decir, si ni entre el oficialismo se ponen de acuerdo sobre cómo se asignaran las contribuciones de los mexicanos, eso habla de las “batallas palaciegas” por imponer criterios y las tribulaciones de las distintas tribus guindas para ir ganando terreno hacia el futuro.
Y esto se hará más notorio conforme veamos a gobernadores y presidentes municipales “pidiendo posada” a los dueños de la supremacía legislativa.
A partir del PEF estaremos viendo la conformación de alianzas político-económicas entre los distintos grupos y sectores con variantes a las existentes hasta el 30 de septiembre, por más intentos del ex mandatario por querer mantener el control. Cumplida la fecha de caducidad del primer piso de la transformación, buena parte de los acuerdos perdieron vigencia y muchos grupos quieren recuperar la independencia.
Los múltiples cuestionamientos al paquete económico, se deben enmarcar en esta hipótesis, sobre todo porque el manejo errático y caprichoso de los dineros públicos de quien se supone ya descansa en “La Chingada”, generó no sólo distorsiones, sino despilfarros y corrupción, con el aval del Congreso, que siempre se negó a tener un punto de vista diferente.
Pero no sólo eso, el manejo discrecional de los tributos de los mexicanos demostró que los “arrimones” entre la clase política y la población van más allá de la simple identificación y del “amor con amor se paga”. En realidad, la clase política ya reconoció el valor estratégico en la compra de conciencias y votos.
Lo único cierto es que entre los apoyos a sectores vulnerables y obras faraónicas, las finanzas públicas están quebradas. Mantener la tendencia del pasado de gastar más de lo recabado, tarde o temprano se convertirá en una bomba de tiempo.
Y si para los “programas sociales” siempre habrá manga ancha, para todo lo demás el fácil expediente del endeudamiento es la solución. Entre 2019 y 2025, gracias a la mal llamada “economía moral”, los mexicanos deberemos 8.5 billones más, prácticamente el monto total del presupuesto del año entrante, pero cada vez más con menores ingresos, por bizarro que suene.
La posibilidad de iniciar negociaciones con miras al establecimiento de un nuevo acuerdo fiscal entre la federación y las entidades federativas, es consecuencia de los afanes centralistas del ejecutivo federal y del interés de los otros dos niveles de gobierno por impedir ser únicamente testigos silenciosos de tales apetitos.
De aquí a mediados de diciembre, fecha en la cual deberá quedar aprobado el paquete económico 2025, veremos que este estira y afloja no necesariamente será en términos civilizados y pondrá a prueba la capacidad de la presidenta Claudia Sheinbaum para limitar o evitar manifestaciones disruptivas no sólo con su movimiento, sino con los grupos de poder fácticos.
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Está por verse si la “cirugía mayor” a realizarse al presupuesto del año entrante llevará implícitos “arrimones” y reacomodos en las “fuerzas supremacistas” de Morena y aliados. El crecimiento económico que reclama México no admite más “lamentables errores”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Si no logran reunir a los más de 10 mil aspirantes a jueces y magistrados del poder judicial, seguramente los machuchones del Congreso le concederán al Instituto Nacional Electoral posponer la fecha de la elección, aunque de momento lo nieguen; o bien, convertir ese ejercicio en una consulta “patito”.
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