Angélica Armenta G.
Queridos amigos, quiero darle la bienvenida al epicentro de la reflexión política para iniciar este 2024, y es que este año viene cargado de decisiones trascendentales para nuestro país, en un escenario donde la voz ciudadana debe retumbar con más fuerza que nunca.
¡Bienvenidos a esta columna, su columna! Más allá de mis impressiones.
Las elecciones del 2024 en México han despertado un maremoto de incertidumbre y preocupaciones. Pero ¿Qué hay detrás de este escenario político y electoral?
Una de las principales reflexiones que vienen a mi mente en este momento es la contienda que existe entre dos candidatas para la presidencia de la República, pero el punto esencial es si, ¿con esto México podrá salir del atolladero en el que se encuentra?
El hecho de que una mujer sea quien gobierne este país no es garantía de que mejoren las cosas para los mexicanos. Esto por varias razones.
Si bien es cierto que en este 2024, una transformación histórica podría llegar a México a través de la posibilidad de la llegada de una mujer a la presidencia, surge la interrogante: ¿Será este el punto de inflexión para la política mexicana?
Recordemos que, a lo largo de los años, ocho mujeres han incursionado en la carrera presidencial en México. Desde Rosario Ibarra de Piedra en 1982, Josefina Vázquez Mota en el año 2012, hasta las precandidatas actuales, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, por mencionar a algunas, donde la trayectoria ha sido marcada por distintos estilos y enfoques. Sin embargo, todo parece indicar que ahora sí podría ser éste, el momento definitivo para que una mujer lidere el país.
Más allá de la expectativa
El hecho de tener a una mujer en la presidencia no garantiza en automático que el camino del país se enderece, pues existen algunos riesgos cuando no se busca una identidad real de gobierno, pero sí en cambio, se antepongan los intereses de un partido político o una persona en particular sobre los de la ciudadanía.
Por un lado, tenemos a la precandidata de Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum, con su estandarte de “mujer científica, académica y activista”, pero que avizora la continuidad del actual gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sheinbaum Pardo ya gobernó la Ciudad de México, y desafortunadamente no dejó un buen sabor de boca, trae arrastrando varios temas que dejaron mucho que desear.
Pero lo que más llama la atención es su evidente sumisión ante el presidente López Obrador, eso lleva a la reflexión si con ella pueda existir una “Juanita” más…
Durante su cierre de precampaña no pasó desapercibida la presencia del ex aspirante Marcelo Ebrard, por lo que se desataron varias suspicacias que han hecho pensar distintos escenarios en un futuro no muy lejano.
¿Podrían ya haber negociado un lugar para él?, ¿Será el suplente de la aspirante presidencial?, ¿Hay algún tipo de amenaza para que se someta? entre otras más.
Mientras que la precandidata opositora de Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez con quien se corre el posible riesgo de que reproduzca la militarización de Felipe Calderón o de Enrique Peña Nieto, lo que sería un error de inimaginables consecuencias.
Xóchitl Gálvez obtuvo la precandidatura sin esperarlo, esto podría tener no buenos augurios debido a que la improvisación rara vez deja buenos resultados.
Recordemos que ella aspiraba solamente a la candidatura de la jefatura de Gobierno, sin embargo, por aras del destino se vio beneficiada por una acción que no esperaba tal resultado, por lo que de inmediato subió al escenario de las “grandes ligas”.
Es decir, corrió con la suerte de estar en el lugar, hora y momento indicado.
Por otra parte, la historia nos muestra que el género no dicta las políticas o la forma de gobernar, por ello es crucial evaluar a las candidatas por sus propuestas, su visión y cómo planean abordar los desafíos del país.
¿Ellas, realmente son ellas?
Un aspecto clave es discernir si estas candidatas son transparentes en su identidad y liderazgo o si se ven influenciadas por sus relaciones políticas. ¿Cuánto de su autenticidad se mantiene frente a las presiones externas?
Lo anterior viene a colación ante la evidente sumisión que adopta una de las precandidatas, que no es necesario mencionar por nombre.
Pero la precandidata de oposición no se libra de este vericueto, pues debemos tomar con reserva sus acciones y hechos que pudieran avalar estas palabras que en ocasiones podrían pasar desapercibidas.
Si bien es cierto que debemos evaluar el desempeño de estas mujeres por sus acciones y decisiones propias, dejando de lado prejuicios sobre sus relaciones personales, hay que estar atentos a todo detalle.
Es hora de un análisis crítico basado en la actuación y el ejercicio del poder, sin infantilizar ni desmerecer a las mujeres en roles de liderazgo, también debemos escrudiñar sobre sus acciones y la manera en que han gobernado en el pasado.
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El foco no debe centrarse en el género, sino en la congruencia y el empoderamiento que estas líderes puedan ofrecer a otras mujeres. Es esencial analizar si representan auténticamente sus valores y si buscan impulsar una agenda efectiva y tangible.
La llegada de una mujer a la presidencia representa una oportunidad única para redefinir la política en México. Sin embargo, más allá del género, lo crucial es la autenticidad, la congruencia y el compromiso con una agenda inclusiva y progresista.
Es hora de analizar, cuestionar y, sobre todo, exigir un verdadero cambio en el liderazgo político de nuestro país.
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