• Todavía Resuena el Discurso de AMLO
• La Oposición se Prepara y Destila Odio
• Responde la Suprema Corte, Pero…

Por Francisco Javier Hernández

Tras su fuerte y claridoso discurso por el quinto aniversario de su triunfo el pasado primero de julio, en estos días el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha parado su febril actividad para concluir las obras que se propuso desde su mandato, mientras que del ámbito judicial no se espera nada y en tanto, la oposición ya se define como enfrentará las elecciones del próximo año.

Así de vertiginosos son los hechos que se viven en nuestra República apenas unos de transitar por el séptimo mes del año en curso, pues todavía da mucho de qué hablar la pieza oratoria de Andrés Manuel en la plaza de la Constitución al definir que el pacto con el pueblo ha funcionado y que atrás ha quedado el llamado narco-estado.

En estos hechos primeros, bien vale acotar que en la marcha y luego la concentración que realizaron miles de personas (se habla de 250 mil) pudimos notar un ambiente de alegría, festivo y en el que la gente que llegó, muchos de ellos por su propio pie, celebraban gustosos esta celebración, a diferencia de las marchas opositoras en las que sólo hay epítetos en contra de Andrés Manuel y lo que representa la Cuarta Transformación.

Y es que ese odio en las marchas opositoras es muy común que la expresen los principales personajes de la derecha, como ese discurso que lanzará Santiago Creel Miranda ahora que se registró como un aspirante más del llamado bloque opositor y que del “Va por México” se pasó al Frente Amplio por México, en donde se escucharon descalificaciones como “desgraciado”, “bufón”, incalificable presidente y otras lindezas del mismo calibre.

Evidentemente ello habla de una derecha desesperada que a toda costa trata de descalificar al gobierno de Andrés Manuel y a su persona misma, de lo cual seguramente está tomando nota ese pueblo cuyo pacto ha funcionado con la Cuarta Transformación.

Pero vemos además que, para suspiro de ese bloque, resulta que de la casi nada surge una persona con la cual pretenden dar la batalla, Xóchitl Gálvez, y a quien ahora ya apuntalan e inflan hasta en los medios de comunicación –siempre dispuestos a maximizar lo que se pueda sobre todo en contra de AMLO—y que en caso de ganar esa supuesta “contienda”, seguramente será una opción de populismo de derecha que es más peligrosa que la misma palabra.

Ahora todo se empata, pues de alguna manera tanto los aspirantes de Morena como los de la derecha tendrán la opción de recorrer el país en busca de la simpatía de la población, pues al parecer esto no tendrá límites según lo determinado por el Tribunal Federal Electoral, siempre y cuando no se llame al voto y se eviten muchas expresiones propias de una campaña política.

Pero hete ahí que ya surgieron algunos cuestionamientos, pues mientras a los aspirantes de Morena y sus aliados se les pidió renunciar a los puestos que ocupaban, Santiago Creel Miranda se niega a dejar la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República a la que llegó como un acuerdo civilizado entre las fuerzas políticas.

Es más, luego de que se le recordara a Santiago Creel que no podría ocupar ese puesto si participa como aspirante presidencial, éste, retador, afirma que no lo hará y dijo que como Morena y sus aliados no cuentan con las dos terceras partes, no podrán destituirlo.

Mientras tanto, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación responden con argumentos leguleyos su derecho a percibir los grandes emolumentos que ahora reciben, pues señalan que un poder no puede limitar a otro (el Ejecutivo y Judicial), y entonces habrá que esperar nuevos tiempos para corregir esta enorme disparidad que parece una burla para la mayoría de la población mexicana.

Pero, además, con qué PRI va a colaborar el llamado bloque conservador, con aquellos que han renunciado a las imposiciones de Alejandro Moreno, o con lo que le queda al inefable dirigente nacional priista que, por cierto, tiene algunos pendientes con la justicia.

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