- AMLO y el “Grito”, Popularidad y Orgullo
- Condena a Corrupción y la Desigualdad
- Fracaso Acto Golpista Contra la Reforma
- Pero Cuidado con la Campaña Mediática
Por Francisco Javier Hernández
Andrés Manuel llega al final de su sexenio de una forma protagónica inmensa no solo por la popularidad que alcanza entre la mayoría de los mexicanos que sienten que les ha cumplido, sino porque ha sabido contener a una oposición testaruda y que ha equivocado el camino en su afán de descarrilar su gobierno desde un primer momento
Y es que los hechos hablan por su mismo, pues en su último grito por la Independencia de México no solo pudo lanzar 22 vivas y cuatro arengas, sino que estas mismas le fueron victoria das por los asistentes a su, quizá, último mitin desde la plaza principal de la República.
Pues no solo recordó a los héroes que nos dieron patria, sino también a los diversos grupos que componen una comunidad heterogénea como es la mexicana, desde los inmigrantes, los de los pueblos originarios y hasta los trabajadores mexicanos en todas sus modalidades.
Pero también se dio tiempo para lanzar mueras contra la corrupción, el clasismo, el racismo y la desigualdad, al tiempo que recordaba que nuestro país es soberano atajando todo intento de intervención en contra de las decisiones que los mexicanos tomamos para el manejo de nuestro futuro.
Ahí está el paquete de reformas que el mismo mandatario mandó al Congreso de la Unión –las cámaras de Diputados y Senadores—entre las que destaca la que se dirigió directamente al Poder Judicial a fin de darle al país un marco legal en el que se imparta verdadera justicia y ejerza una autonomía –aunque se diga lo contrario—a toda prueba.
Y es que esta Reforma pasó por muchas cosas, primero el tratar de legitimar su origen y procurando no dándole argumentos a los opositores que no se cansaron de decir que con ello se intentaba destruir –demoler dijo la ministra Norma Piña—a una institución que, de por sí, estaba podrida desde sus entrañas.
La verdad es que la destrucción de las instituciones no viene de este gobierno, sino de años atrás en los que privilegiaron los intereses de grupo, el nepotismo –pues hay personajes que incrustados en este poder tienen hasta mil 600 familiares directos e indirectos—, así como el desorden legal en que persistían comenzando por los altos salarios que se despachan no solo ministros y jueces, sino una burocracia que se ganó el mote de dorada, por las altas prestaciones de las que gozan y de las cuales está ajena la mayor parte de la población.
Pero qué decir de los momentos más álgidos del proceso para llevar a cabo la Reforma del Poder Judicial, pues los huestes opositoras estuvieron a punto de dar un golpe de Estado técnico con la toma no solo del recinto senatorial en que se discutía, sino de la tribuna misma, pues los invasores se llevaron hasta la campanilla para demandar el orden y otros instrumentos necesarios para el funcionamiento de este órgano de gobierno.
Ahí, habría que decirlo, el presidente de la mesa directiva, Gerardo Fernández Noroña tuvo que sacar no solo la casta, sino la experiencia de todo aquello que ha vivido no solo como opositor, sino ahora en su función como dirigente de un órgano de gobierno y que ha soportado de todo como los insultos, amenazas y groserías de senadoras como Lili Téllez y ahora una actitud golpista, como el mismo lo denunció.
Fue así que ya se habían preparado las huestes morenistas y de los partidos que los acompañan como son del partido del Trabajo y del Verde, pues ya han visto que quien mueve los hilos de la oposición –el empresario que los dirige—pues tomaron todo con calma y cautela y evitaron caer en la provocación.
Claro que para ello la derecha todavía cuenta con un enorme aparato propagandístico en los que muchos de los periodistas que antaño gozaban de una clara reputación –entre ellos lamentablemente Carmen Aristegui—ahora se la rifan con un causa perdida como es la derecha perdida.
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