El incremento al salario mínimo: demagogia o política pública

Dr. Rafael Vela Martínez.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó en días anteriores los resultados del Índice Global de Productividad Laboral de la Economía (IGPLE) y de sus tres grandes grupos de actividad, para el trimestre julio-septiembre de 2023, con “cifras ajustadas por estacionalidad”. Los resultados son que el IGPLE —con base en horas trabajadas— aumentó 0.1 % a tasa trimestral. Las cifras ajustadas por estacionalidad se refieren a datos económicos o financieros que han sido modificados para eliminar las variaciones estacionales periódicas que pueden afectar a ciertos indicadores. Por ejemplo, las ventas minoristas que se incrementan significativamente durante la temporada navideña, o la construcción de viviendas puede aumentar en ciertas épocas del año debido a condiciones climáticas favorables.

Pues bien, mientras la Productividad Laboral se incrementó tan solo 0.1% a nivel nacional el salario mínimo se ha programado se incremente 20% para inicios del 2024, algo que es sumamente contradictorio. Veamos, la productividad laboral en las actividades primarias creció 4.7 por ciento; en las secundarias descendió 0.6 % y en las actividades terciarias también disminuyó 0.2 % en el trimestre de referencia. En otras palabras el incremento en la productividad laboral fue insignificante, prácticamente igual a cero, y eso es relevante porque el aumento de 20% del salario mínimo para inicios de año, muy probablemente genere un incremento en los precios de todos los productos, principalmente en aquellos vinculados con mano de obra poco calificada, que justamente está relacionada con las actividades agropecuarias, es decir con la producción de alimentos que consumimos los mexicanos. Veamos esto con detenimiento.

La productividad laboral se refiere a la eficiencia con la que se utilizan los recursos en el entorno del trabajo, para lograr los objetivos y metas establecidas por las empresas. En el contexto laboral, la productividad está vinculada a la cantidad de trabajo realizado por un empleado o un equipo, en relación con los recursos utilizados, como tiempo, esfuerzo, habilidades y tecnología y, evidentemente, si de algo carecemos en nuestro país, y más en Veracruz, es de una capacitación adecuada de la mano de obra y de una educación acorde a las exigencias del desarrollo: tan solo el grado promedio de escolaridad a nivel nacional para 2020 se ubica en 9.7; sin embargo, para el estado de Veracruz, el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más de edad, para ese mismo año, es de 8.7; es decir, no se cuenta ni siquiera con la secundaría concluida.

Pero más aun, en los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) que mide el desempeño de alumnos de 15 años alrededor del mundo, los alumnos mexicanos, de acuerdo con el informe del 2023, están por debajo del promedio mundial en todas las materias evaluadas, según los datos de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el país se encuentra en la posición 51 de los 81 países evaluados; de hecho, los resultados más recientes de PISA no difieren significativamente de los observados hace diez años, en 2012; en otras palabras, del 2018 a la fecha ha habido un retroceso en la educación de nuestro país; algo que directamente estará afectando la productividad laboral en México; y con ello, cada vez tendremos más dificultades para lograr mejores condiciones de desarrollo y bienestar.

En este contexto, el hecho de que el Gobierno Federal aprobara subir el salario mínimo a 249 pesos diarios para 2024, es decir, 7 mil 508 pesos mensuales, traerá graves consecuencias para la economía si acaso no se incrementa la productividad laboral. Es muy importante que quede claro que aumentar los salarios mínimos por decreto, no aumenta necesariamente el poder adquisitivo de los trabajadores, pues además de otros factores, finalmente incide en mayores costos, que se reflejan en mayores precios de los productos, y con ello tiende a propiciarse inflación y desempleo.

Seamos claros: el comportamiento de los salarios a nivel mundial está vinculado con la productividad, además de la honrosa lucha sindical; pero en todo caso, si se quiere incrementar los salarios de forma efectiva desde el Gobierno, pues la estrategia debe ser el fortalecimiento de la educación y la capacitación de los trabajadores; incluso, es conveniente se invierta en desarrollo tecnológico, para lograr mayores estándares de productividad laboral, pues el problema es estructural; es decir, si bien es cierto que como precisa el destacado economista Enrique Quintana “la masa salarial real hasta el mes de septiembre creció en 10.4 por ciento, y en este año acumuló un crecimiento de 31.3 por ciento en términos reales en lo que va del sexenio”, de nada sirve que exista una mayor demanda si quienes son beneficiadas son las empresas transnacionales, asociadas con el neoliberalismo.

No se puede tener como política pública el estar incrementando el salario mínimo, si acaso no viene aparejado con inversión en infraestructura, desarrollo tecnológico, educación en todos los niveles, porque sino es así la tendencia apunta a que lo único que se está propiciando con incrementar el salario mínimo es inflación, desempleo, enriquecimiento de las multinacionales y, sobre todo, encarecimiento de la canasta básica alimentaria, que evidentemente le pega en mayor medida a los más pobres, y a los estados, como Veracruz, que tienen una dependencia alimentaria y crisis en el sector agrícola.

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