Así lo dice La Mont

Mandatarios y seguridad nacional

Azules: Durante el gobierno de Felipe Calderón se creó la Policía Federal, un esfuerzo para consolidar diversas fuerzas policiales bajo un solo mando con una inversión significativa, pero la falta de liderazgo y compromiso adecuados impidió su éxito. Esta fuerza, aunque bien intencionada, sufrió desde el inicio por la mala administración y la corrupción dentro de sus filas, lo que socavó su efectividad. Los ciudadanos esperaban un cambio tangible, pero la realidad fue distinta.

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador, se creó la Guardia Nacional, prometiendo restaurar la paz y combatir la delincuencia. Sin embargo, cinco años después, los resultados aún son graduales. La Guardia Nacional, formada principalmente por soldados, carece de las habilidades necesarias para investigar delitos qué requieren enfoques diferentes, y la Guardia Nacional no logra cumplir con ambas funciones. Además, la falta de coordinación con otras fuerzas de seguridad creo un vacío en la instrumentación de políticas efectivas. Su presupuesto creció significativamente.

Para 2021 ascendió a 103 mil 935 millones de pesos, lo que representó el 0.41 por ciento del PIB y, evidentemente, era significativamente mayor al presupuesto más alto destinado a la Policía Federal en 2015. Sin embargo, este aumento no se tradujo en una mejora perceptible en la seguridad pública. De hecho, los homicidios dolosos y otros crímenes violentos continúan en niveles alarmantes, demostrando la ineficacia de una estrategia basada en la militarización de la seguridad. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) manifestó su preocupación por la militarización de la Guardia Nacional, al señalar que esta vía  socava los derechos humanos y la seguridad ciudadana.

La militarización no solo aleja a las fuerzas de seguridad de su propósito civil, sino que también introduce una dinámica de conflicto y represión que es inadecuada para enfrentar problemas de seguridad pública complejos y multifacéticos. En lugar de fortalecer la Guardia Nacional, sería más eficaz reformar las fuerzas de policía civil, asegurando su profesionalización y combate a la corrupción. Las fuerzas militares, entrenadas para la defensa nacional, no están preparadas para asumir función de seguridad pública y de investigación, que requieren proximidad con la comunidad y una comprensión profunda de las dinámicas locales delictivas. La inseguridad no es un problema sin solución.

Exijamos un gobierno que actúe con eficacia y compromiso, enfocándose en estrategias de seguridad pública, civiles y profesionales. La seguridad de nuestras familias y nuestro futuro está en juego. No podemos permitir que la impunidad y el miedo dicten nuestro destino. Es momento de reconsiderar la militarización de la seguridad pública y devolverle su carácter civil para realmente combatir el crimen y restaurar la paz.

Entre otras cosas: Vienen de la misma generación, uno tiene 49 años y el otro 47. Aunque de estilos y formas diferentes, a los dos les tocó dirigir a sus partidos en tiempos de vacas flacas y, si bien ambos llegaron a las dirigencias nacionales después de dolorosas derrotas, en los seis años que los dos llevan al frente del PRI y del PAN, con ellos como dirigentes nacionales las dos fuerzas políticas perdieron votación, gubernaturas estatales, alcaldías importantes y disminuyeron sus bancadas en el Congreso de la Unión y en los Congresos locales.

Alejandro Moreno Cárdenas al frente del PRI, y Marko Cortés Mendoza, como presidente del PAN, son por mucho los dirigentes nacionales de sus partidos con los peores resultados electorales y políticos de las épocas recientes. Alito perdió entre 2019 y 2024 un total de 13 gubernaturas en los estados, disminuyó la presencia del PRI en las Cámaras de Diputados y Senadores a los números más bajos en la historia del viejo partido, y bajo su mando, el partido tricolor no sólo sufrió fuertes fracturas por la renuncia de liderazgos políticos importantes, sino que, en términos reales, Moreno llevó al priismo de ser la segunda fuerza política nacional, cuando él asumió el cargo, a terminar en las recientes elecciones federales del 2 de junio pasado, como la cuarta fuerza política nacional, superado incluso por su viejo aliado y satélite, el PVEM.

Podría decirse que si Enrique Peña Nieto y su grupo político le entregaron el país a López Obrador en 2018, por sus errores, corrupción y porque prefirieron pactar con el tabasqueño al saberse perdidos, Alejandro Moreno llegó para terminar de allanarle el camino a Morena , abriéndole las puertas no sólo para la fuga de militantes, bases y clientelas políticas que antes fueron priistas y hoy son morenistas, sino también para que uno a uno, los 15 gobernadores del PRI contabilizados en 2018, quienes comenzaran a rendirse y a plegarse al poder presidencial, entregándole sus estados a Morena.

Hoy, bajo la gestión de Moreno Cárdenas, el PRI solo gobierna 2 entidades: Coahuila y Durango, la cifra más baja de gobiernos estatales en su historia. Hoy, casi seis años después de que dirige al PAN, Cortés entregara un partido con sólo cuatro gobiernos estatales, con un fuerte retroceso en su votación nacional y con una disminución notable en sus bancadas legislativas federales y estatales, amén de perder también muchas de las alcaldías grandes que gobernaba en el país. También en su mandato el panismo ahondó sus rupturas y diferencias, con el retiro o la renuncia de liderazgos importantes que abandonaron la militancia blanquiazul.

Es decir, que si bien le tocó navegar en un periodo complicado y difícil para la oposición, por el crecimiento y del fenómeno obradorista y el enorme crecimiento de Morena, Marko Cortés no supo ser el líder de oposición que llevara a su partido a convertirse en el principal partido opositor y la antítesis de la 4T, oportunidad que desperdició al decidir, en lugar de apostar a crecer la estructura y la militancia panista que aumentó entre el 2000 y el 2012 cuando gobernaron por dos sexenios con Vicente Fox y Felipe Calderón, su dirigencia optó por hacer una alianza con el PRI, que fuera su principal enemigo histórico, lo que terminó por desdibujar al panismo y provocar la renuncia, ruptura o alejamiento de muchos panistas importantes.

Creaciones: Durante el gobierno de Felipe Calderón se creó la Policía Federal, un esfuerzo para consolidar diversas fuerzas policiales bajo un solo mando. Se hizo una inversión significativa, pero la falta de liderazgo y compromiso adecuados impidió su éxito. Esta fuerza, aunque bien intencionada, sufrió desde el inicio por la mala administración y la corrupción dentro de sus filas, lo que socavó su efectividad. Los ciudadanos esperaban un cambio tangible, pero la realidad fue distinta.

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador, se creó laa Guardia Nacional, prometiendo restaurar la paz y combatir la delincuencia. Sin embargo, cinco años después, los resultados son desalentadores. La Guardia Nacional, formada principalmente por soldados, carece de las habilidades necesarias para investigar delitos. La prevención y la investigación de delitos requieren enfoques diferentes, y la Guardia Nacional no ha logrado cumplir con ambas funciones. Además, la falta de coordinación con otras fuerzas de seguridad ha creado un vacío en la implementación de políticas efectivas.

Seguridad: La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha expresado su preocupación por la militarización de la Guardia Nacional, señalando que esto socava los derechos humanos y la seguridad ciudadana. La militarización no solo aleja a las fuerzas de seguridad de su propósito civil, sino que también introduce una dinámica de conflicto y represión que es inadecuada para enfrentar problemas de seguridad pública complejos y multifacéticos.

En lugar de fortalecer la Guardia Nacional, sería más eficaz reformar las fuerzas de policía civil, asegurando su profesionalización y combate a la corrupción. Las fuerzas militares, entrenadas para la defensa nacional, no están preparadas para asumir roles de seguridad pública y de investigación, que requieren proximidad con la comunidad y una comprensión profunda de las dinámicas locales delictivas. La inseguridad no es un problema sin solución. Exijamos un gobierno que actúe con eficacia y compromiso, enfocándose en estrategias de seguridad pública, civiles y profesionales. La seguridad de nuestras familias y nuestro futuro está en juego.

No podemos permitir que la impunidad y el miedo dicten nuestro destino. Es momento de reconsiderar la militarización de la seguridad pública y devolverle su carácter civil para realmente combatir el crimen y restaurar la paz.

Vienen de la misma generación, uno tiene 49 años y el otro 47. Aunque de estilos y formas diferentes, a los dos les tocó dirigir a sus partidos en tiempos de vacas flacas y, si bien ambos llegaron a las dirigencias nacionales después de dolorosas derrotas, en los seis años que los dos llevan al frente del PRI y del PAN, con ellos como dirigentes nacionales las dos fuerzas políticas perdieron votación, gubernaturas estatales, alcaldías importantes y disminuyeron sus bancadas en el Congreso de la Unión y en los Congresos locales.

Alejandro Moreno Cárdenas al frente del PRI, y Marko Cortés Mendoza, como presidente del PAN, han sido por mucho los dirigentes nacionales de sus partidos con los peores resultados electorales y políticos de las épocas recientes. Alito perdió entre 2019 y 2024 un total de 13 gubernaturas en los estados, disminuyó la presencia del PRI en las Cámaras de Diputados y Senadores a los números más bajos en la historia del viejo partido, y bajo su mando, el partido tricolor no sólo sufrió fuertes fracturas por la renuncia de liderazgos políticos importantes, sino que, en términos reales, Moreno llevó al priismo de ser la segunda fuerza política nacional, cuando él asumió el cargo, a terminar en las recientes elecciones federales del 2 de junio pasado, como la cuarta fuerza política nacional, superado incluso por su viejo aliado y satélite, el PVEM.

Podría decirse que si Enrique Peña Nieto y su grupo político le entregaron el país a López Obrador en 2018, por sus errores, corrupción y porque prefirieron pactar con el tabasqueño al saberse perdidos, Alejandro Moreno llegó para terminar de allanarle el camino a Morena y a su creador, abriéndole las puertas no sólo para la fuga de militantes, bases y clientelas políticas que antes fueron priistas y hoy son morenistas, sino también para que uno a uno, los 15 gobernadores del PRI que había en 2018, comenzaran a rendirse y a plegarse al poder presidencial, entregándole sus estados a Morena. Hoy, bajo la gestión de Moreno Cárdenas, el PRI solo gobierna 2 entidades: Coahuila y Durango, la cifra más baja de gobiernos estatales en su historia.

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