El dado del poder
Por Ivette Estrada
Cuando se asume al capital humano como valor estratégico y la gente y el talento se privilegian sobre infraestructura, tecnología e insumos, emerge el liderazgo humanista que catapulta la creatividad e ideas. Es el que emerge tras grandes irrupciones, el ancla a la que nos aferramos ante los incesantes cambios.
¿Qué pasa ante el caos, con cambios trascendentales en el entorno geopolítico, la sombra global de la recesión, inminentes guerras y una competencia empresarial exacerbada en todas las industrias?
Se regresa al principio, a comprender a los otros para establecer referentes y “nortes” de acción. Se clama por el liderazgo humanista, por el enfoque centrado en las personas en el que los líderes priorizan el servicio a los demás y se crean entornos de confianza, compromiso y productividad.
Poner a las personas por delante de las ganancias es asegurar el éxito a largo plazo. Esto implica un liderazgo con autenticidad, apostar al crecimiento propio y de los demás, valorar a las personas, construir comunidad, proporcionan un camino a seguir y compartir el poder. Son los seis lados del dado del verdadero poder.
En un mundo de negocios frío y transaccional, las personas en roles gerenciales tienden a esconderse, retirarse, obstruir o ponerse una máscara que oculta quienes son realmente. Pero el falso carisma se desmorona, trastoca el poder, eclipsa el convencimiento.
La autenticidad implica mantener la integridad y confianza, ser responsable ante los demás y decir la verdad.
Al mismo tiempo, el líder humanista sabe que cada persona tiene algo importante que enseñarles. Hace preguntas y está sinceramente interesados en las respuestas. Nunca asumen que saben más que las mismas personas a las que dirige.
Suele aprovechar las habilidades y educación de las personas y les permite contribuir con grandes ideas. Logra identificar los dones, talentos, fortalezas y tipos de personalidad de sus colaboradores para alcanzar su máximo potencial.
Estos líderes de servicio tienen éxito porque realmente valoran a los demás, construyen una comunidad y promueven un sentido de pertenencia y conexión para los miembros de su equipo.
Al mismo tiempo, el líder humanista visualiza el futuro y utiliza la intuición y la previsión para guiar a la organización, coloca a su gente en posiciones de liderazgo para exponerlos a cosas nuevas y desarrolla nuevas fortalezas y roles.
El verdadero poder que puede ostentar una organización y sus liderazgos es priorizar a las personas. El servicio es lo único que prevalece cuando los demás se derrumba.
Y no, el poder no es un juego de azar, aunque suele guiarse con un solo dado, seis elementos prioritarios.