Por: Gilberto Solorza
La voz inconfundible de Charlie Zaa se adueñó del escenario de La Maraka durante un concierto que combinó nostalgia, devoción y herencia musical. Ante un público entregado, el cantante colombiano ofreció una velada en la que repasó sus grandes éxitos y compartió un momento especial al lado de su hijo, Aarón Zaa.





La noche comenzó con “Un disco más”, tema que marcó el tono de un repertorio en el que Zaa dejó claro por qué ha hecho de la reinterpretación su sello distintivo. Canciones como Niégalo todo y Ódiame —boleros inmortalizados por Julio Jaramillo— fueron recibidas con ovaciones, recordando que el colombiano ha sabido mantenerse fiel al espíritu de estas piezas clásicas mientras las actualiza con arreglos modernos y su propio estilo interpretativo. Lo mismo sucedió con Nuestro juramento, Flor sin retoño y Que nadie sepa mi sufrir, que confirmaron la vigencia de un género que sigue emocionando a nuevas generaciones.
El otro gran eje de la noche fueron las salsas, donde Zaa mostró su versatilidad al rendir homenaje a Frankie Ruiz con temas como La cura y Deseándote, además de incluir La Cenicienta. Estos temas, llenos de ritmo y pasión, aportaron un aire de celebración al concierto y contrastaron con la melancolía de los boleros.
Uno de los instantes más emotivos llegó cuando Charlie invitó a su hijo Aarón al escenario para interpretar a dueto La Cenicienta. Más tarde, el joven demostró su talento con interpretaciones en solitario de La derrota y El rey, reafirmando la continuidad de un legado musical que empieza a abrirse paso con fuerza.
Más allá del repertorio, la presentación en La Maraka reflejó el delicado equilibrio con el que Charlie Zaa ha construido su carrera: rescatar la tradición de los grandes boleros latinoamericanos y, al mismo tiempo, revitalizar la salsa romántica, creando puentes entre dos géneros que apelan tanto a la nostalgia como a la celebración. Esa dualidad fue la esencia de la noche y lo que mantuvo al público cautivo de principio a fin.
Fiel a su estilo, Charlie Zaa impregnó la velada de un fuerte sentido espiritual. En varias ocasiones agradeció a Dios “todas sus bendiciones” y dedicó el concierto a la memoria de su padre. “Esta noche toda la gloria es para el Señor y para mi padre”, expresó, recordando además que fue en 1996 cuando su progenitor lo llevó por primera vez a México, país al que reconoce como parte esencial de su carrera.
El concierto en La Maraka no solo confirmó la vigencia de Charlie Zaa como uno de los intérpretes más queridos de la música romántica y la salsa, sino que también mostró la manera en que su legado comienza a trascender de generación en generación.