Asesinato, violencia y suicidio cimbran a la máxima casa de estudios


Por: Fernando Dávila

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) atraviesa días oscuros. En menos de una semana, la comunidad universitaria enfrentó un asesinato, un asalto armado y el suicidio de un alumno, hechos que han desatado preocupación sobre la seguridad y el acompañamiento a los estudiantes.

El Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur se convirtió en el centro de la tragedia cuando Lex Ashton N., alumno del bachillerato, asesinó a su compañero Jesús Israel Hernández Chávez e hirió a un trabajador administrativo dentro del plantel. El joven agresor ya se encuentra detenido.

La UNAM condenó el ataque y aseguró que trabaja con las autoridades para esclarecer lo ocurrido. El rector Leonardo Lomelí Vanegas reiteró su compromiso de erradicar la violencia y reforzar la seguridad en los espacios universitarios.

A la par, la inseguridad se extendió hasta Ciudad Universitaria. El viernes 19 de septiembre, un estudiante de la Facultad de Ciencias denunció haber sufrido un asalto a mano armada dentro del campus

“Al estar hincado, con las manos arriba y la pistola en la cabeza, solo pude pensar: que mi familia encuentre mi cuerpo”, relató en redes sociales. El joven advirtió a la comunidad que no bajara la guardia, incluso dentro de las instalaciones, y criticó la deficiencia de la seguridad interna.

El golpe más reciente lo vivió la Facultad de Arquitectura. El lunes, Jorge González Rafael, alumno del taller Juan O’Gorman, se quitó la vida arrojándose a las vías del Metro Copilco. En Facebook circuló su último mensaje: “No estén tristes por mi ausencia, solo disfruten lo que les dejé. Estas palabras son mi despedida, me quedan pocas horas de vida”.

Estos episodios exponen la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad en los planteles y la falta de acompañamiento en salud mental para los estudiantes.

Mientras las autoridades universitarias insisten en que existen programas de atención psicológica y protocolos de seguridad, la comunidad sigue enfrentando una realidad marcada por la violencia y la desesperanza.

La UNAM, símbolo de la educación pública en México, carga hoy con un reto mayúsculo: recuperar la confianza de sus estudiantes y demostrar que puede garantizarles no solo formación académica, sino también un espacio seguro para vivir y aprender.

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