Nuestro quehacer
!Somos colegas¡: El periodismo en México tiene muchos defectos. La anterior es una simplificación aceptable tanto sobre el oficio como la industria periodística. ¿Esas falencias son más o menos que antes? Ahí empieza a complicarse todo. ¿Cuál antes?, por ejemplo. ¿El siglo XIX? ¿Previo y posterior a la Revolución? ¿El tiempo del PRI puede ser considerado para analizar prensa y poder, como uno solo?
Por lo tanto, situados en el aquí y el ahora, con redes sociales –que no sólo posibilitan el acceso en todo tiempo y lugar, sino que abarataron la capacidad de convertirse en emisor de información, análisis y noticias–, hay que escapar de simplismos. No existe el periodismo químicamente puro o científicamente exacto o sin intereses. Sin embargo, la construcción del relato de un hecho periodístico sucede a partir de diversas operaciones que tienen algunas reglas convencionales: qué, cuándo, dónde ocurrió, quiénes están involucrados en los hechos y, qué implica lo que ocurrió.
De algunos eventos, por su impacto o importancia, se exploran además el cómo ocurrió, o cómo fue que pudo ocurrir, es decir, los porqués. Sobra decir que los hechos periodísticos luego parecen meras elaboraciones verbales. Tan es así que la mañanera es un éxito mediático: lo que dice la presidenta Sheinbaum rápidamente llena plataformas mediáticas y no se diga las redes. El jicamero, por cierto, será buena fuente si permaneció –hipotéticamente– en la misma plaza y ya vio varios mítines de candidatos presidenciales.
Puede ser un punto de vista publicable sobre cuál partido llevó más gente o qué discurso fue más celebrado. Pero luego ocurre que él tiene su corazoncito y quizá nos mienta, con o sin malicia, al hablar mejor de los que tienen sus afectos, y peor de los que ya le decepcionaron o nunca quiso. Ahí otros de los ejercicios elementales de esta profesión periodística. El contraste y la verificación, aun así, incluso si el reportero de este ejemplo lleva rato cubriendo campañas, si se alimenta todos los días de información, si es incrédulo y malicioso, publique lo que permitan alguien podría decir que miente.
Porque sí, al final de cuentas lo que hace un periodista es poner a disposición de las audiencias reconstrucciones verbales, documentales, o verbales y documentales, de hechos. Ni más ni menos y encima hay que hacerlo contra reloj, o en esta era del tiempo real, contra cronómetro.
Desenlace: A lo anterior hay que añadir que, desde luego, los medios (cualquiera) tienen una historia y están inscritos en un sistema socioeconómico en el que compiten por una audiencia para convertirla en capacidad de captar dinero. Hay que sumar los preceptos ideológicos que abracen tal o cual plataforma periodística. Unos dirán que son sesgos, otros que son principios, encima, hay analistas en ese medio de distinto credo democrático.
Hay periodistas “buenos” en periódicos “malos”, y viceversa. Y lo mismo: es posible hallar buena información en periódicos críticos y en oficialistas. Parafraseando: tonto es quien cree que las audiencias son tontas. Sí tiene que ver también con el tipo de comunicación que establecen los medios tradicionales”. Al señalar que los medios defienden sus propios intereses o están al servicio de intereses de grupo, la mandataria agregó que hay “muchos medios que permanentemente engrandecen los problemas de violencia”. Es defectuoso el periodismo, pero sirve como muy pocos inventos a hacer bien las cosas y al señalar las fallas e insuficiencias de algo que este mal o bien.








