Política e Historia

La IA a debate

Oscar Tamez

La semana pasada Detona estuvo de manteles largos. Felicidades a su director general por estos años de periodismo independiente, bravo, audaz y de vanguardia. Hoy Detona es referente, lo mismo por sus plumas que por sus editoriales gráficas.

La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una herramienta que lo mismo beneficia la sociedad como la daña. Hay propuestas legislativas sobre su regulación derivado de las implicaciones que puede tener.

Los usos son múltiples, me hace recordar debates sobre la utilización de la energía atómica, los rayos láser y otras innovaciones que lo mismo contribuyen a mejorar la vida humana que para la destrucción.

La IA tiene aplicaciones en todos los campos: la academia, investigación, el sector productivo, la contabilidad, la política y otros ámbitos educativos y económicos.

Es una gran herramienta, el uso que se dé a ella y el dominio previo en la información solicitada son determinantes para la información obtenida.

No pretendo profundizar en los aspectos tecnológicos, en el proceso de construcción informativa, ni en la posibilidad de desarrollar conocimientos nuevos a partir de sus aportes, dejemos nuestra reflexión en el uso coloquial y democratizado de la herramienta.

Lo que conocemos como IA es un sistema que en base a su programación responde a las preguntas elaboradas o información proporcionada por el usuario, sean orales, gráficas o escritas, incluso con la posibilidad de crear información a partir de nuestras solicitudes.

Como toda innovación el uso dado es el que la convierte en perjudicial o benéfica. En la academia es positivo que los docentes y alumnos la utilicen para obtener información pormenorizada en un tema, buscar fuentes e información primaria a partir de lo arrojado es enriquecedor, favorece la construcción del conocimiento.

Usar la IA como sustitución del trabajo educativo por el docente o el alumno es indebido, significa fraude académico y lo más grave, representa la aniquilación del trabajo razonado, reflexivo, constructivo y de comprensión del conocimiento.

Recuerdo dos momentos en los cuales la IA fue utilizada por unos personajes dentro de un debate de contenido histórico, los resultados fueron desastrosos, vergonzantes y abrumadores para quienes pretendieron aparentar saber a partir de lo que la IA les ofreció.

Uno de los casos era relativo al nombre de las calles en Monterrey, la IA le ofreció el dato de que a mediados del siglo XIX las calles de Morelos y Padre Mier cruzaban en el centro de la ciudad, además que la calle Washington fue nombrada así por Porfirio Díaz; la IA falló y provocó el ridículo de quien presumía su conocimiento.

Otro caso fue en debate sobre la figura histórica de Pancho Villa. La IA arrojó un dato parcializado y descontextualizado en la obra de Frederick Katz sobre el caudillo. Se demostró el uso inadecuado de la cita en Katz dejando al incauto usuario en indefensión.

La IA no se equivocó, su función es recoger lo que encuentra en la nube sobre un tema y replicarlo. Tal como funciona el cerebro humano la IA no distingue información apropiada de la inapropiada, se reduce a ofrecer lo existente en la nube.

Utilizar la herramienta sin bases cognitivas y pretender saber un contenido a partir solamente de la IA, es parcializar el conocimiento, es tanto como creer que alguien puede ser médico con ver una serie televisiva famosa de hospitales.

La mayor preocupación es el uso de la IA para manipular verdades, construir fakenews, elaborar posverdades, o inventar realidades paralelas con la finalidad de perjudicar a alguien.

En cualquiera de los usos se debe regular, lo mismo en los fraudes escolares, en las farsas culturales de algunos como en los temas de política, economía, seguridad pública y propiedad intelectual.

Rescatemos sus contribuciones y desechemos el resto.

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