Inmediatez
Eduardo Meraz
Las urgencias de Palacio Nacional por encontrar una salida al tiradero que le legó su antecesor en la Presidencia de la República, han alterado la visión científica que debería predominar en estos tiempos convulsos.
En los pasillos palaciegos del poder, la prisa suele ser mala consejera, y en el caso de la administración encabezada por Claudia Sheinbaum Pardo, esa necesidad por reparar el desorden heredado ha comenzado a mostrar sus efectos.
Cada vez es más frecuente como en el entorno del grupo en el poder se toman decisiones precipitadas, estrategias contradictorias y se va cayendo en una creciente dependencia de medidas improvisadas, más cercanas a lo místico que científicas.
Sin poder distinguir entre lo urgente y lo importante, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se ha vuelto muy propensa a adoptar medidas con las cuales no está muy de acuerdo, pero las prisas por salir de los innumerables baches administrativos y de gobernanza, han terminado por imponerse.
La mandataria enfrenta un escenario complejo, derivado del legado de su antecesor, no solo por la estructura institucional debilitada, sino sobre todo por dar coherencia y consistencia a una narrativa política que privilegió lo simbólico sobre lo técnico.
En ese contexto, Sheinbaum ha tenido que navegar entre los escombros de un modelo gubernativo, ciertamente popular, pero lleno de vacíos administrativos difíciles de llenar, con un equipo y una brújula que parecen girar sin rumbo fijo.
Ante la falta de un criterio unificador para sacar adelante su Plan México, al cual día con día se adicionan nuevas acciones, acuerdos y proyectos, está terminando por convertirse en un Frankenstein, hecho a base de políticas diversas, inclusive contradictorias entre sí.
Por ejemplo, la falta de “cash” -alimento preferido de la administración anterior- obliga al gobierno actual a adoptar el papel de pepenador y buscar por todos lados y rincones, recursos con los cuales evitar una parálisis del sector público.
Así, además del cada vez más limitado expediente del endeudamiento, el gobierno del segundo piso transformador busca hasta debajo de las piedras viejos y nuevos impuestos, lo mismo a alimentos y bebidas poco saludables hasta la imposición de aranceles a productos de China y de todos aquellos países con los cuales no se tiene un acuerdo comercial.
En resumen: las decisiones se toman bajo presión, con el reloj como enemigo y la expectativa ciudadana como juez implacable.
Después de casi un año de manejarse con esta dinámica, h derivado en la implementación de políticas que, aunque necesarias en el corto plazo, podrían comprometer la coherencia del proyecto a largo plazo.
Los distinto programas sectoriales 2025-2030 dados a conocer hasta el momento, constituyen un cuerpo de políticas ensambladas sin una lógica común, donde cada pieza responde a una urgencia distinta y a los intereses de los feudos que les dan forma, aunque no efectividad.
Recaudar como sea, es la máxima claudista de lo días que corren, a punto de iniciar su segundo año de mandato y el primero propio, por lo cual este enfoque de inmediatez, aunque comprensible en tiempos de crisis, plantea riesgos importantes.
La imposición de nuevos gravámenes sin una reforma fiscal integral puede generar distorsiones económicas, afectar el consumo y aumentar la informalidad; además, la falta de una narrativa clara sobre el destino de esos recursos erosiona la confianza ciudadana y alimenta la percepción de improvisación.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Cuál es el verdadero propósito de conmemorar de manera violenta el 11 aniversario de “La noche de Iguala”? ¿Puede hablarse de un rompimiento definitivo entre víctimas y padres con el cuatroteísmo?