Me quede con las ganas
Eduardo Meraz
Luego de haberse conocido el primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum -como diría el clásico-, me quedé con las ganas de un poco de autocrítica, pero no fue posible.
Al contrario, la actitud supremacista se ha hecho más evidente en un gobierno dispuesto a casi cualquier cosa con tal de pepenar unos centavos más.
Ya anticiparon, sin ningún disimulo, ser un gobierno más interesado en recaudar, en lugar de reformar. Se anuncian nuevas tarifas impositivas, ajustes fiscales que rozan el terrorismo tributario, recortes en servicios públicos esenciales y un aumento presupuestal para obras cuya necesidad es, cuando menos, debatible.
Sólo falta conocer el nuevo monto de endeudamiento público para tener listo el cuadro de ensueño imaginado en Palacio Nacional.
Por eso, para resaltar su supuesta superioridad moral sobre el neoliberalismo, hoy disfrazado de humanismo mexicano, se dio a conocer la inminente modificación legal para impedir a los bancos deduzcan de impuestos las aportaciones que se hacen al Fobaproa, actualmenteInstituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB).
De acuerdo con lo expresado por la titular del ejecutivo federal, la pequeña parte que aportan los bancos la deducen de impuestos, pues ya no la van a hacer a partir del próximo año, con lo cual se recuperarían alrededor de 10 mil millones de pesos, se dijo.
De esta forma, se sigue endureciendo la función recaudadora, como signo distintivo del segundo piso transformador, el nuevo sello de la administración: una fiscalización implacable para los cautivos y adversarios, mientras amigos y correligionarios siguen operando con privilegios y discrecionalidad, repitiendo las viejas prácticas tecnocráticas con nuevos nombres, a fin de encubrir los millonarios ilícitos de austeros, franciscanos y humanistas guindas.
Compras públicas, contratos irregulares o sin licitación, ordenamientos y autoridades a modo son “pecata minuta” ante la omnipresencia del rey de los delitos en la 4T: el «huachicol fiscal» que, además, es de ida y vuelta, importación y exportación de combustibles, principalmente gasolina y diésel, evadiendo el pago de impuestos en México y un negocio redondo para unos cuantos.
Según el Servicio de Administración Tributaria (SAT), en 2021, el Estado dejó de recaudar alrededor de 58,000 millones de pesos por concepto de Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) relacionados con productos del mercado petrolero.
Con base en varias fuentes de datos, oficiales y no, se tiene que:
– Volumen de importaciones ilegales, se tiene que en 2021, ingresaron al país 102 millones de barriles de combustibles de manera ilegal, lo cual representó alrededor del 21% del total de combustibles consumidos en México.
– Pérdidas mensuales, por huachicol fiscal, se traduce en menor ingreso mensual de aproximadamente 3 mil millones de pesos para el SAT.
– Según Pemex, de 2019 a 2024 se incautaron 46 millones 102 mil 343 litros de hidrocarburos robados
El huachicol fiscal involucra a redes de operadores, transportistas y políticos, y ha generado violencia y asesinatos en torno a este negocio ilícito, como lo acaban de anunciar los integrantes del gabinete de seguridad.
Hablar de justicia social, cuando se recortan programas de salud, educación y vivienda; einvocar el humanismo mexicano, pero se actúa con la lógica del recaudador medieval, más interesado en llenar las arcas a redistribuir la riqueza.
El auténtico y verdadero cambio de régimen consiste en: tener un gobierno y pueblo pobre, pero funcionarios, criminales y amigos ricos. Es decir, me quedé con las ganas de vivir en un escenario opuesto al transformador actual.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Terminó el tiempo de gracia para el gobernador sinaloense? Un año ¿es poco o es mucho?