Así lo dice La Mont

¿Tú también Trump?

Connivencia: Donald Trump mantuvo una relación de 15 años con el millonario pederasta Jeffrey Epstein, que duró hasta 2004, cuando dejaron de verse. Fue antes de que llegara el primer juicio contra Epstein, por abuso de mujeres menores de edad en 2006.

Antes de que Epstein muriera ahorcado en 2019 en una celda de Manhattan cuando esperaba juicio por tráfico sexual y que Trump se convirtiera en presidente de Estados Unidos. Ahora, Trump, a quien aún ninguna prueba lo vincula con los crímenes de Epstein, acaba de devolver a los tribunales el caso, cuyo estallido provocó la mayor crisis interna de su segunda presidencia. Por indicación suya, la Fiscal General, Pamela Bondi, pidió el viernes al juez del caso de 2019 (el segundo tras una primera condena leve en 2006 en Florida) la publicación de los documentos de la parte del proceso correspondiente a las actuaciones del gran jurado, un grupo de ciudadanos que, en el sistema jurídico estadounidense, interviene en una fase preliminar para que, guiados por el fiscal, puedan tomar testimonios, efectuar determinadas pruebas y decidir si el caso debe continuar o recibir sentencia.

Trump confía en que eso sirva para aplacar los ánimos de sus seguidores que militan en el movimiento MAGA (Make America Great Again, Hagamos de nuevo grande a Estados Unidos). Quienes sospechan que existe una lista de nombres de amigos ricos y famosos del millonario Epstein que el FBI señala que solo es fake, después de meses de prometer que harían públicos dichos documentos sobre el caso. Así lo manifestaron en un comunicado conjunto en el que también confirmaban las conclusiones del forense: que Epstein se suicidó en su celda. Aquella fue la patada en el avispero MAGA, que acabó con la tranquilidad de Trump.

Es de esperar que ahora el juez se tome su tiempo (semanas, meses o años) para decidir si divulga el material requerido por Bondi en el caso Epstein y de su cómplice, Ghislaine Maxwell, que cumple una condena de 20 años en una cárcel de Florida. Dado que los trabajos de un gran jurado son confidenciales, los magistrados tienen que consultar con víctimas y testigos, censurar las partes sensibles y, entonces sí, darlos a conocer. El propio Trump lo reconoció este sábado en su red social, Truth. “Incluso si el tribunal da su aprobación total e incondicional, nada contentará a los alborotadores y locos izquierdistas que piden que se dé a conocer la lista de Epstein”, escribió Trump.

Errores: Trump se ha visto obligado a plantear esa maniobra de dilación, por la presión de destacados miembros del partido republicano, como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, a cuya indignación se unieron después, los demócratas. Con el recurso de los materiales del gran jurado, Trump gana tiempo mientras espera que se sofoque sola la revuelta MAGA, en vista de que él no lo consiguió, cuando lo pidió educadamente el fin de semana pasado, ni cuando el miércoles llamó en Truth a los conspiranoicos que pueblan sus filas “cobardes” por creer el bulo de Epstein, un caso que alcanzó lo que parecía imposible: poner en contra de Trump a la extrema derecha y a la izquierda de EU.

A Trump, el asunto le parece “aburrido”. Le incomoda especialmente ver cómo resucitan estos días su relación con Epstein. Ambos se conocieron en 1990 en Palm Beach, donde los dos tenían sendas mansiones. En un perfil sobre el millonario pederasta que la revista New York publicó en 2002, el futuro presidente de EU declaró: “Conozco a Jeff desde hace 15 años. Es un tipo estupendo. Es muy divertido estar con él. Incluso dicen que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas son jóvenes. Sin duda, Jeffrey disfruta de su vida social”.

Un año después de eso, según una exclusiva de The Wall Street Journal publicada este jueves, Trump participó, antes de romper con Epstein, en un regalo colectivo por su 50 cumpleaños. Fue idea de Maxwell, que fue condenada como la conseguidora de las mujeres menores de edad, de las que luego Epstein abusaba. El WSt. Journal publicó el contenido del texto que aportó Trump, que, sostiene el diario, acompañó un dibujo de una mujer desnuda y la insinuación que ambos, Trump y Epstein, compartían “un secreto”. Trump dice que la carta es falsa y demandó a la empresa editora del Journal, a su dueño, Rupert Murdoch y a los dos periodistas que firmaban la información. Los acusa por calumnia y pide una indemnización de al menos diez mil millones de dólares, pero es poco probable que gane el caso, porque el libelo es un delito especialmente difícil, porque obliga probar que el medio al que se acusa publicó la historia a sabiendas de que era falsa y el W. St. Journal tiene “absoluta confianza” en su exclusiva, según un comunicado de la empresa.

Ante la última evolución del escándalo, los aguerridos militantes MAGA que le dieron por primera vez la espalda a Trump en los últimos días, se han visto ante un dilema: seguir sus instintos o combatir a otro enemigo predilecto, el supuesto negocio de las “noticias falsas” de los medios tradicionales como el W. St. Journal. Muchos de sus influencers cerraron filas tras la denuncia de Trump de que la carta no es suya. No reconocen su mano tras el estilo literario del texto reproducido en el artículo, pero sí reconocen que Trump si dibuja como lo prueban varias subastas de sus bocetos a lo largo de los años.

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