Por: Gilberto Solorza
El gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax), una plaga considerada erradicada en México y Centroamérica desde hace más de tres décadas, ha resurgido como una grave amenaza para la ganadería regional desde finales de 2024 y a lo largo de 2025.


Su reaparición ya ha provocado consecuencias sanitarias, económicas y comerciales, incluyendo el cierre temporal de la frontera estadounidense a las importaciones de ganado bovino mexicano.
Brote confirmado y zonas afectadas
La alarma se encendió en noviembre de 2024, cuando fue detectado un primer caso en la caseta de inspección de Catazajá, Chiapas, en un cargamento de ganado procedente del extranjero. Desde entonces, el brote se ha expandido rápidamente. Hasta febrero de 2025, se han registrado al menos 21 casos en México, localizados principalmente en Chiapas, Puebla, Oaxaca, San Luis Potosí y recientemente en el norte de Veracruz.
Aunque el principal afectado es el ganado bovino, también se han documentado infecciones en equinos y mascotas domésticas. El riesgo para humanos es bajo, pero no inexistente. En El Salvador, el primer caso en 30 años fue confirmado en diciembre de 2024, lo que llevó a la declaración de una emergencia zoosanitaria nacional por su rápida propagación en varios departamentos.
Este parásito ataca a animales de sangre caliente. Las larvas invaden heridas abiertas y se alimentan del tejido vivo, provocando infecciones severas, necrosis y, en muchos casos, la muerte del animal si no se actúa con rapidez. Además del sufrimiento animal, los efectos incluyen pérdida de apetito, fiebre, disminución en la producción de carne y leche, y un fuerte impacto económico para el sector ganadero.
Millonarias pérdidas y restricciones comerciales
El brote amenaza con pérdidas millonarias para los productores mexicanos, especialmente aquellos que exportan a Estados Unidos, uno de los principales mercados para la carne nacional. En respuesta al brote, ese país ha impuesto restricciones temporales a las importaciones de ganado bovino, generando preocupación entre los productores.
Autoridades mexicanas, encabezadas por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), han intensificado las acciones de vigilancia y control. Entre ellas destacan:
- Puntos de inspección y baños larvicidas en zonas ganaderas clave como Cosamaloapan (Veracruz) y Paraíso (Tabasco).
- Técnica del insecto estéril, que consiste en liberar moscas macho esterilizadas para impedir la reproducción del insecto.
- Cercos sanitarios, campañas de información y atención veterinaria de emergencia.
- Monitoreo electrónico para detectar infestaciones en etapas tempranas.
- Promoción de buenas prácticas ganaderas, como la revisión diaria del ganado, limpieza de heridas y uso de repelentes.
Además, la Comisión Panamá-Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (COPEG) trabaja coordinadamente con México y otros países centroamericanos para contener el brote mediante la liberación de insectos estériles y estrategias regionales.
Un desafío a largo plazo
Expertos advierten que la erradicación del gusano barrenador será un proceso largo y complejo. Sin embargo, con una respuesta rápida y coordinada, es posible evitar que la plaga se propague hacia el norte del país, donde se concentra la mayor parte de la producción ganadera para exportación.
Hasta el momento, no se han reportado contagios en humanos ni en fauna silvestre en México, pero las autoridades mantienen un monitoreo constante para evitar que la situación se salga de control. El rebrote se atribuye, entre otras causas, al movimiento internacional de ganado y a posibles fallas en los programas de control de moscas en Centroamérica.
Mientras tanto, ganaderos, veterinarios y transportistas han sido llamados a mantenerse en alerta, reportar cualquier caso sospechoso y aplicar rigurosamente las medidas de prevención para proteger la salud animal y la estabilidad económica del sector.